Grité como nunca. La gruesa soga apretaba mi cuello como con odio. A ese paso iba a quedarme sin oxígeno y sin poder hacer nada para evitar mi muerte.
Me encontraba demasiado débil como para hacer algo mucho más útil que retorcerme. Sin embargo, la cuerda fue cortada y seguí cayendo hasta que me cogieron en brazos. Después, acabamos en el suelo y rodamos torpemente. La superficie era dura y rugosa... incluso con pequeñas piedras punzantes que se clavaban en mi piel. Cuando conseguimos frenar, abrí los ojos. Estaba en los brazos de Nura.
- ¿N-Nura-kun...? - me aseguré.
- Akame-chan... ¿e-estás bien?
Levanté la mirada y vi que sus ojos estaban puestos en mí. Su cara estaba sucia, realmente se había pegado un porrazo. Además estaba tumbado boca arriba mientras yo estaba encima de él... estaba soportando como podía aquellas piedras picudas. Me levanté rápidamente en cuanto reparé en ello y él pudo ponerse en pie con más soltura de la que yo pensaba.
Observamos en silencio nuestro entorno. El cielo era oscuro pero nublado con nubes de color carmesí, color sangre... No había tierra, había rocas negras; no había flores, había piedras punzantes; no había plantas, había pequeñas zarzas repletas de espinas. Ante nosotros había una enorme laguna de aguas oscuras y al fondo de esta se podían divisar algunos edificios oscuros además de fuego... llameante y peligroso fuego. Cabe mencionar que el olor no era nada agradable. Olía a tóxico, como a azufre... a todo menos a vida.
- Ksó... - maldijo Nura.
- ¿Dónde estamos? - pregunté.
Nura miró al cielo (si es que a ese montón de nubes sobre fondo negro podía llamarse "cielo"). No respondió.
Concentré la vista en la laguna negra. Achiné los ojos y vi que un hombre encapuchado se estaba acercando a nuestra costa. Invoqué el fuego en mis manos por si aquella persona era algún tipo de enemigo, sin embargo, mi fuego se apagó. Miré mis manos alarmada. Estaba demasiado débil... ERA demasiado débil para ese sitio.
Nura se acercó conmigo a la orilla y allí nos reunimos con el hombre encapuchado. Iba vestido con unos hábitos sucios y desgastados. Tenía una cara alargada y huesuda que daba grima como su gran nariz deforme. Sus ojos oscuros, que penetraban en nuestras miradas como cuchillos, estaban fijos en nosotros. Parecía extrañarle algo por la cara que puso unos segundos después.
- Vosotros no estáis muertos - dijo con su voz cavernosa.
- Buscamos un sitio para salir de aquí - informó Nura.
- Oh... De aquí no se puede salir. - respondió el hombre.
- Pero estamos vivos. No nos corresponde estar aquí.
- Morid, y podréis venir al Inframundo.
- ?!?!? ¿Inframundo ha dicho? - pregunté.
- Sí. Y yo soy Caronte. Yo llevo a todos los muertos al lugar al que deben ir tras sus vidas en... el mundo que sea.
Nura y yo nos miramos. Mi compañero siguió negociando con el barquero.
- Escucha. Sé que hay una salida. Los dioses la han utilizado más de una vez y lo sabe.
- Los dioses... los dioses... ¡oh! Los dioses... Los dioses demoníacos más poderosos usan una puerta que hay en el Tártaro... Es la parte más profunda del Infierno, la parte de mayores horrores...Pero no podéis ir allí sin pasar por el Inframundo.
- Creo que podemos llegar a un acuerdo~
- ¿Tenéis dracmas?
- ¿Eh? ... No...
- Entonces morid, y pasaréis.
Nura lanzó un pequeño gruñido. Caronte se le volvió a quedar mirando un rato. Pasaron dos minutos, tal vez tres, y puso de repente una cara de sorpresa.
- ¡Oh! Pero si tú eres eres el Rey de los Youkais. ¡Oh! Jojojo - no parecía reírse desde hacía mucho, su risa era afónica - Los demonios por supuesto que pueden venir, faltaría más.
Sonreímos y ya nos íbamos a dirigir a la barca cuando, de un sobresalto, Caronte me señaló con cara de odio.
- ¡PERO TÚ NO ESTÁS MUERTA NI ERES UN DEMONIO! ¡MUERE O TE QUEDARÁS AQUÍ HASTA QUE LO HAGAS!
- ¡NO VA A MORIR! - intervino Nura - Es mi subordinada.
- ¿Eh? ¿Cómo? ¿Tu subordinada? ... ... ... ... - nos miró a los dos aturdido - No... No habéis hecho el ritual propio del Clan para que lo sea ¡No es nada! ¡Sois independientes!
- ¿Y eso tú cómo lo sabes? - preguntó Nura.
- Yo lo sé todo... - respondió Caronte. Parecía un auténtico psicópata. - Como los árboles...
"Está delirando" pensé. No sé si leía pensamientos pero de repente me miró como si me fuese a estrangular.
- El ritual... - repitió Nura.
Él miró hacia atrás y se acercó a un montón de rocas. Las fue examinando una por una hasta que dio con dos rocas algo cóncavas que recordaban a dos pequeñas tazas. Se volvió hacia mí y rebuscó en su manga hasta coger una cantimplora de madera. Destapó y vertió en las rocas su licor favorito: el sake.
- ¿LLEVAS SAKE ESCONDIDO EN LA MANGA? - comenté.
Nura me ofreció un vaso-roca.
- Coge. Tienes que bebértelo en medio sorbo. El otro medio lo daré yo mientras tú te termines mi taza.
- ¡NO PIENSO BEBER SAKE!
- ¡Tienes que hacer el ritual del Clan Nura! ¡Es la única forma de que salgas de aquí con vida!
- ¿!?!¿¿!¿!¿!?!? ¿YO EN EL CLAN NURA? ¿NO HAY OTRA FORMA?
Miré mi taza de sake. Observé mi reflejo en el líquido y vi que mi cara estaba más cansada y sucia que la de Nura. Eso no iba a significar nada bueno. Al parecer el poder de las sacerdotisas se volvía más débil allí mientras que el de los demonios era más fuerte.
No había otra opción. Cogí la roca-taza sin ganas y esperé a ver cómo Nura se llevaba la suya a la boca. Hice lo mismo hasta que me terminé la mitad del recipiente. Sabía extraño. Nura y yo intercambiamos nuestras tazas y nos terminamos la del otro. La taza de Nura... sabía a Nura.
Acabamos aquello que Nura llamaba "ritual" y no me sentí especialmente diferente, a parte de la sensación de pertenecer ahora al clan de demonios más importante y fuerte de la Tierra... yo, una onmyouji.
- Bien - dijo Caronte esbozando una sonrisa malévola. Subíos a mi barca, demonios, haremos el paso de la laguna Estigia.
Nos subimos a su vieja barca. Parecía que se iba a romper en cualquier momento, y por si eso fuera poco, tropezamos y caímos en la parte trasera de la embarcación. Nos acurrucamos y "disfrutamos del agradable paseo".
- Por cierto - añadió Caronte, - bienvenidos al Infierno.
martes, 14 de abril de 2015
sábado, 11 de abril de 2015
La caída
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Perdí la noción del tiempo.
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¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas?
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¿Años?
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Nura y yo estábamos cayendo a un vacío que parecía no tener fin.
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Fuese el tiempo que hubiese pasado desde que se lanzó contra mí, estábamos abrazados fuertemente.
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No podía usar ningún poder. Ni de sacerdotisa, ni de Yin Yang, ni de Fénix.
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Tampoco el Miedo de Nura podía hacer frente al poder del vacío.
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No sentía nada.
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Solo oscuridad y perdición.
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Solo el movimiento de mi pelo y mis ropas intentando desgarrar el vórtice.
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Lo único que me protegía de aquel frío eterno era la presencia de Nura...
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Sus brazos apretándome fuerte contra él...
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El calor de su cuerpo...
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El roce de su ropa...
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Su aliento...
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Ni siquiera sé si esto pasó en verdad....... pero... hubo cierto momento en que Nura y yo estábamos tan pegados que... juraría que me besó la comisura de los labios.
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"¿Es que este agujero no se va a acabar nunca?" pensé cuando notaba que mi locura crecía.
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... aunque no quería separarme de Nura por nada del mundo (o de los mundos, más bien)...
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"Si esto tiene fin... ¿qué pasará cuando lleguemos al suelo?"
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A aquella velocidad, sea lo que hubiese en el fondo, íbamos a acabar espachurrados.
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Nura dijo algo.
Pero no le entendí.
Las palabras se las llevaba la caída.
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Aún así, nos abrazamos más fuerte.
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Teníamos que confiar en que saliésemos vivos de esa.
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El fondo se llenó de nubes rojas.
El aire se cargó de azufre.
Poco a poco sentí que íbamos frenando.
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Y en un sobresalto sentí que una soga rodeaba mi cuello.
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Perdí la noción del tiempo.
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¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? ¿Semanas?
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¿Años?
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Nura y yo estábamos cayendo a un vacío que parecía no tener fin.
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Fuese el tiempo que hubiese pasado desde que se lanzó contra mí, estábamos abrazados fuertemente.
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No podía usar ningún poder. Ni de sacerdotisa, ni de Yin Yang, ni de Fénix.
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Tampoco el Miedo de Nura podía hacer frente al poder del vacío.
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No sentía nada.
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Solo oscuridad y perdición.
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Solo el movimiento de mi pelo y mis ropas intentando desgarrar el vórtice.
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Lo único que me protegía de aquel frío eterno era la presencia de Nura...
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Sus brazos apretándome fuerte contra él...
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El calor de su cuerpo...
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El roce de su ropa...
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Su aliento...
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Ni siquiera sé si esto pasó en verdad....... pero... hubo cierto momento en que Nura y yo estábamos tan pegados que... juraría que me besó la comisura de los labios.
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"¿Es que este agujero no se va a acabar nunca?" pensé cuando notaba que mi locura crecía.
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... aunque no quería separarme de Nura por nada del mundo (o de los mundos, más bien)...
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"Si esto tiene fin... ¿qué pasará cuando lleguemos al suelo?"
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A aquella velocidad, sea lo que hubiese en el fondo, íbamos a acabar espachurrados.
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Nura dijo algo.
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Las palabras se las llevaba la caída.
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Aún así, nos abrazamos más fuerte.
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Teníamos que confiar en que saliésemos vivos de esa.
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El aire se cargó de azufre.
Poco a poco sentí que íbamos frenando.
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Y en un sobresalto sentí que una soga rodeaba mi cuello.
lunes, 6 de abril de 2015
Abbadon Vs Zeus
Zeus era experto en llamar la atención.
Su pelo y su larga barba eran blancos como las nubes, sus ojos eran azul cielo y, con ellos, el dios de dioses daba a entender que nadie podía acabar con él. Él era el más poderoso. Él lo tenía todo. Él era el Rey del Olimpo, y nada ni nadie podía derrocarle, por ello llevaba una corona de hojas frescas de laurel para decorar su larga melena albina. Vestía con una toga blanca enseñando medio pecho. Era una mezcla entre un anciano y un culturista con una musculatura muy marcada. Lo más importante de todo era que medía unos tres metros de altura y nos miraba con furia. Podía hacernos rebeldes a la brasa con solo acercarnos el gran Rayo luminoso que tenía en su mano derecha. Es muy difícil dar más detalles...
Teníamos todas nuestras esperanzas puestas en Abbadon. Podía percibir en él un aura de poder y superioridad parecido al de Zeus, pero Abbadon era tranquilo y agradable, no agresivo y destructor.
- Ríndete, dios del Olimpo. Libera a todos los presos y a los reyes y márchate. Así evitaremos más enfrentamientos.
- JAJAJA Arcángel Abbadon Azrael, viejo amigo... Necesito este castillo para comenzar una nueva era para mi gente. Necesitamos que regrese una nueva civilización que crea en nosotros. Necesitamos traer aquí a la Nueva Grecia.
- Nadie va a adorar de forma honesta a unos dioses que matan familias. Y tampoco necesitáis ni otra Grecia ni otra Roma para sentiros vivos ¡los humanos de la Tierra os siguen recordando! La memoria es la vida más importante, más que la adoración incluso.
- Eso lo dirás tú, que todos los caetonekianos te adoran. Pero cuando llevas siglos siendo considerado un simple personaje "mitológico" te das cuenta de la miseria en la que vives. No... No sabes nada de lo que siento, Abbadon. No sabes nada. Siento rabia, siento ira... ¡he sido humillado por el Dios cristiano! Le demostraré de lo que soy capaz... ¡DEMOSTRARÉ A TODAS LAS DIMENSIONES QUIÉN ES EL VERDADERO DIOS!
- Zeus, eres antropomórfico. Tienes las cualidades de los humanos. Con esa naturaleza es imposible que seas superior a todos los seres de la existencia.
Zeus lanzó un rayo contra el suelo. El parqué de piedra se hizo todo añicos y grietas. Vi innecesario ese gesto, pero al volver la vista a los rebeldes, contemplé que estos estaban temblando. Tenían miedo.
- Con mi Rayo... puedo hacer lo que sea - añadió el dios.
Era horroroso. Cuando estaba en el Templo del Gato Negro, estudié mitología griega. Aunque fuese muy poco, sabía que los dioses del Olimpo eran poderosos, pero también muy humanos.
Aquella expresión de "puedo hacer lo que sea" no es algo que un dios suela decir, sino un hombre. Se me escapó de la boca:
Aquella expresión de "puedo hacer lo que sea" no es algo que un dios suela decir, sino un hombre. Se me escapó de la boca:
- Realmente parece humano.
Zeus pareció haberme oído porque me miró. Gruñía mientras las pupilas de sus ojos se volvían más pequeñas.
- Tú... venciste a mi hija favorita, a Atenea. Pero, tranquila, cuando te mate y consiga el poder del Gran Fénix Legendario se lo regalaré junto con tu cabeza.
Nura, que estaba al lado mío, sacó a Nenekirimaru. Zeus le miró y sonrió.
- Oh~ ¿O debería matarte a ti primero por lo de mi mujer?
- DEJA EN PAZ A MIS NAKAMAS - espetó Rei - Y DEVUELVE A LOS PADRES DE MI BLUE-CHAN.
Blue sacó a Korimuzu. La hoja de la daga brillaba con una luz tenue de color azul.
- También devuelve a la hermana de William y Esmeralda.
Zeus miraba a todos los que intervinieron y rió. A continuación dijo:
- JAJA! ¿Os referís a... estos?
El Rayo que sujetaba con su mano se hizo más grande y provocó cuatro relámpagos justo arriba en el techo. Aparecieron un hombre de pelo azul oscuro vestido de rey, una mujer de pelo agua vestida de reina, un mayordomo rosa y una nekogirl vestida de campesina de pelo negro azabache y corto. Estaban encadenados.
- ¡JADEEEEEEE! - gritó desesperada Esme.
Se bajó del caballo y se adelantó un poco hacia Zeus pero William interpuso su brazo en el camino de su hermana. Esmeralda frenó y abrazó muy fuerte el brazo de Will.
- Acabaré con todos vosotros de una vez - decidió Zeus mientras su Rayo nos amenazaba de forma peligrosa.
- Antes tendrás que vencerme - dijo Abbadon.
La figura del arcángel más querido entre los nekos se iluminó con una luz dorada y en su mano derecha apareció una espada medieval bastante fina y ligera. El mango era dorado y la hoja despedía luz amarilla. A la cintura de Abbadon, apareció una funda negra con una piedra amarilla con forma de dragón, justamente como la roja de mi Guesshoku y la azul de la Korimizu de Blue.
- El cielo te espera, Zeus, Padre de los dioses y de los hombres. Mi Excalibur ganará a tu Rayo.
- ¿Excalibur? ¿No es...? - traté de preguntar.
- La espada del Domador del Dragón Amarillo - respondió Abbadon. - Lo hablaremos más tarde, Akame.
- ¿Con ese punzón luminoso piensas vencerme? JAJAJA
Abbadon se adelantó más hacia el dios.
- ¿Tienes miedo? - hizo una pausa y se volvió hacia Blue, Will y Esme - Vosotros id a por los que están allí arriba, yo me ocuparé de él.
Blue, Will y Esme cogieron sus armas pero no supieron qué hacer para llegar hasta arriba. Kikyo les hizo unas señas y apuntó con su arco. Disparó y su flecha de luz celestial rozó las cadenas. En cuanto estas tocaron la luz, se desintegraron y los cuatro presos cayeron. Esme cogió a Jade, Will al mayordomo, Blue a su madre y Rei corrió a toda prisa para coger al rey de Caetoneko.
- ¡Jade! ¡Jade! - decía Esme a su hermana que estaba inconsciente.
Will se acercó y la abrazó.
- Vive, por favor...
Zeus les vio y cargó su Rayo. Abbadon voló hacia él e intentó cortar el brazo que sujetaba el Rayo, pero solo le hizo una raja que sangraba icor. Zeus le miró y gruñó:
- No te metas en mi camino, estúpido.
Abbadon se abalanzó sobre su cara y le cortó la nariz. Zeus puso una mueca de espanto mientras el icor salpicaba su piel. El dios se puso en serio y lanzó varias tempestades al arcángel. Por un momento pensé que sus alas le iban a fallar y se iba a caer, pero Abbadon era fuerte... siguió adelante esquivando rayos y pegando tajos al dios gigante.
A mis ojos, la Excalibur era preciosa y funcionaba de maravilla contra Zeus. La espada del Domador del Dragón Amarillo era la tercera arma de los Dragones que veía con mis propios ojos, y no solo eso, también podría ser mi espada porque los domadores del Dragón Amarillo eran los miembros de la Familia Targaryen, la familia de mi madre ¿Cómo podía Abbadon tener la espada de mis antecesores maternos?
Akane corrió a ayudar a los que habían sido secuestrados para curarles. Yo permanecí quieta observando la batalla entre los dioses. Abbadon tenía una situación difícil. Repartiendo pequeños tajos no iba a ganar nunca. Dirigí la mirada a Nura y recordé algo muy importante. Le susurré:
- La clave está en no creer en ellos.
Nura me miró con los ojos como platos. Lo había entendido.
Nos acercamos a los demás y fuimos murmurándoles lo mismo, estos, a los que nos quedaban más lejos, y así sucesivamente. Todos volvimos a mirar a Zeus, pero ya no con miedo ni con rabia, sino con la mayor indiferencia posible.
- La clave está en no creer en ellos - dijo León, el pequeño nekoboy.
Varios rebeldes más murmuraron una y otra vez lo mismo. Zeus nos miró como dándose cuenta de lo que estábamos haciendo. Habíamos invocado el peor enemigo de todo dios: el ateísmo.
Ante nuestros ojos vimos que Zeus ya no parecía tan poderoso, ya no era un anciano culturista con un Rayo en la mano... fue poco a poco convirtiéndose en un anciano con una vara luminosa como las lámparas fluorescentes de los vestuarios de la piscina del Purgatorio.
Abbadon sonrió, parecía que se iluminaba más e iba más rápido. Se movía con mayor agilidad que antes y consiguió llegar al pecho de Zeus. Cogió la Excalibur y se lanzó como una estrella fugaz a la zona del corazón del dios. Le clavó la espada todo lo hondo que pudo.
El cuerpo del dios del cielo se envolvió entre rayos y centellas. Parecía que él mismo se estaba electrocutando con su Rayo. Sangraba icor a lo bestia y perdió el equilibrio.
- ¡N-NOOO! - gritó.
Cuando pensábamos que se iba a caer, Zeus se desintegró en polvo dorado. Poco a poco fue subiendo a los cielos. Oímos murmullos, unos como de rabia y de odio pero, para mi sorpresa, hubo otros de gratitud y de alegría. No entendía casi nada pero, por muy increíble que pareciera, las batallas habían acabado. Habíamos GANADO!
Los rebeldes se abrazaron unos a otros y gritaron de alegría. La magia sanadora de Akane hizo volver la consciencia a los que había sido secuestrados.
- ¡Síí´! >3<
Se abrazaron y el padre se unió. Este levantó un poco la cabeza y miró a Rei:
- Gracias, yerno~
Rei se sonrojó y se llevó la mano al pelo. Era la primera vez que veía a Rei de aquella manera.
Jade abrió los ojos. Eran verdes como los de Esme, de hecho, ambas hermanas eran IGUALES excepto en su corte de pelo. Esmeralda y William la abrazaron.
Por fin había llegado la paz. Kikyo, Akane y Tsubaki me rodearon.
- ¡Qué alegría! Este mundo vuelve a estar en paz - comentó Kikyo.
- ¡Por fin podremos volver a casa! - exclamó Akane. Tenía un aura diferente, más segura de sí misma... y más poderosa.
- Sí... A casa - añadió Tsubaki con cara larga. Supuse que no le hizo gracia que Apolo volviese al cielo.
Las sonreí. Me volví hacia donde estaba Abbadon. A pesar de su gran hazaña nadie había ido a hablar con él excepto Dante.
- Gracias, arcángel-sama - agradecí.
Abbadon me miró con sus ojos azules, tan resplandecientes como siempre.
- A vosotras, Akame. Sin vuestra ayuda no lo hubiéramos conseguido.
Los rebeldes miraron a Abbadon y corrieron hacia él. Le levantaron y le llevaron gritando:
- ¡Viva el dios Abbadon Azrael! ¡Hip, hip! ¡HURRA! ¡Hip, Hip! ¡HURRA! ¡Hip, Hip! ¡HURRA!
Dante y yo sonreímos.
- Voy a vigilarle para que no acabe en el fondo de un lago - decidió mientras seguía la muchedumbre. En realidad quería unirse a la fiesta.
A un par de metros estaba Nura. Nos miramos de lejos pero no nos acercamos el uno al otro. Akane, sin embargo, corrió hacia mí y me abrazó.
- ¡Qué bien! ¡Tenemos que vernos en la Tierra! ¡Tengo TAAANTAS cosas que contarte! Desde que sé lo de mi madre me siento nueva... libre...
Me reí como una loca. También me sentía libre por fin. Por fin iba a volver a casa. Por fin podía volver a la Tierra en primavera y ver los cerezos en flor. Por fin íbamos a estar el Templo del Dragón Rojo y yo.
En un abrir y cerrar de ojos sentí un aura extraña. La sensación de alegría voló como un pétalo de flor de cerezo al viento. El ambiente se volvió gris y oscuro. La sensación más malvada y oscura se abrió paso entre nosotros... una sensación más oscura que la sombra de mi primi Rei... que se había posado justo detrás de mis talones.
Había un agujero. Un profundo agujero enorme sin ningún tipo de fondo visible que absorbía todo lo que veía a su paso... y me estaba llevando a Akane y a mí.
- ¡AKAME-CHAN! - gritaron varios, pero la voz de Nura fue mucho más fuerte.
El vórtice nos estaba arrastrando. Nura corrió hacia nosotras y apartó a Akane de un empujón, el empujón más grande de la historia. Me agarró fuerte del brazo pero era demasiado tarde... Habíamos entrado de lleno en el agujero. Nura consiguió agarrarse al borde con tan solo tres dedos de una mano, con la otra me agarraba con fuerza.
- ¡AKAME-CHAN! ¡NURA-KUN! - oí con la voz de Rei. Parecía acercarse.
Nura estaba aguantando el peso de los dos, pero no iba a soportarlo por mucho más tiempo. Tus tres dedos iban a resbalarse en 3... 2... 1...
Nos soltamos de Caetoneko y fuimos absorbidos por el agujero negro.
Oí de fondo:
- ¡OS SACARÉ DE AHÍ, NAKAMAS! ¡LO JURO!
domingo, 5 de abril de 2015
Nura Vs Hera
- ♪I'll stand by your side and I'll fight for you♪~
Nura llevaba tarareando esa canción desde que habíamos vuelto del Purgatorio y ese momento en el que el Señor del Pandemonio caminaba hacia la mujer de Zeus con Nenekirimaru en mano no era una excepción.
No fue muy difícil reconocerla; iba con una toga dorada decorada con piedras preciosas, portaba en la mano una vara de oro macizo con una flor de loto que decoraba el extremo de arriba, era de ojos oscuros y de pelo moreno recogido por un moño y una tiara de laurel dorado.
Al parecer los dioses del Olimpo eran auténticos fans del oro. Nura pensó que se lo podrían estar fumando todos los días como el famoso opio de China. Drogadictos divinos.
Nura la miró con actitud desafiante y esta le miró como si fuese un pequeño insecto pero a la vez daba una curiosa sensación de inseguridad hacia ella misma y sus capacidades.
- Ve, Hera, creo que este es tuyo - dijo el Barbablanca Zeus.
- ¿Alguna vez podrías llamarme "esposa mía", querido? - sugirió Hera sin apartar la vista de Nurarihyon.
No hubo respuesta. El ambiente era lo más parecido al de un matrimonio roto y desunido. Dio realmente miedo. Hera se acercó a Nura y Zeus sonrió como si se hubiera quitado un peso de encima.
- ¿Problemas matrimoniales, Hera-san? - insinuó Nura.
- La familia, joven espadachín, es lo más importante.
Nura arqueó una ceja, tal vez extrañado por haber recibido el curioso nombre de "joven espadachín". Ignoró ese detalle y siguió con la conversación.
- En algo estamos de acuerdo. Aunque creo que todos elegimos a nuestros familiares.
- No hay nada más esencial en una familia que la sangre.
- La sangre es solo sangre. Cada uno vale por cómo es y lo que hace, pero no todo depende de quién es el hijo de quién.
- Eso lo dirás tú, sucio demonio.
El aire se cargó de oscuridad y tensión. La cosa no iba a pintar muy bien a partir de ese momento. Nura ya no era en ese momento un "joven espadachín". Defendió:
- Mi Clan es la mejor familia de todas y no nos basamos en la sangre.
- Pero su herencia sí.
- Que sea hijo de mi padre no significa que de antemano sea el Supremo Comandante. Me ha costado ganarme el respeto de todos.
- Es comprensible. Siempre puedes ser un bastardo.
- ¿Cómo? Yo no me refiero a e...
- Las doncellas solteronas y fáciles son el peor enemigo de las familias. Se acercan a nuestros hombres y los hipnotizan como si fuesen las ratas del flautista de Hamelín.
- Muchas fábulas exentas a su mitología lee usted cuando su infiel marido se ausenta, Hera-san.
- Y yo el más legítimo rey de los youkais, tontababa.
Nura se abalanzó dispuesto a cortarla en dos, pero Hera se defendió con su vara. Nenekirimaru chocó con el oro de la vara y esta última soltó pequeños rayos que hicieron retroceder a Nura. La diosa de la familia y el matrimonio sonrió e invocó una luz cegadora en la flor de su bastón, la cual lanzó contra el demonio, que se electrocutó. Nura cayó al suelo jadeando. El dolor era casi comparable con el que causa una luz de sacerdotisa japonesa o china.
- ¿Qué es esa cosa? - preguntó Nura.
- Luz olímpica - respondió orgullosamente Hera. - Aleja a los demonios y acaba con los enemigos de los dioses ¿O por quién crees tú que se inspiraron los Juegos Olímpicos? - se hizo silencio sepulcral y añadió - La antorcha de los Juegos Olímpicos. Los deportes consagrados como ofrenda a mi marido ¿NADA?
- ¿Los Juegos Olímpicos? ¿Qué es eso?
- Maldito youkai... no honras a Zeus ni con los JJOO...- Hera alzó la vara y apuntó a Nura mientras la flor de loto recolectaba más luz olímpica - Te... partiré en cachitos... y... te enviaré a las profundidades del Tártaro.
La luz salió despedida contra él y Nura puso cara de susto, pero no fue más que un truco. En cuanto la luz chocó contra Nurarihyon, su cuerpo se deshizo en humo negro y Hera puso una mueca de incomprensión. Hera miró su alrededor y todo se volvió oscuro. Oyó gritos de sus hijos mientras veía a su marido alejarse de ella para irse con tres diosas menores que había al fondo.
- L-L-Las Tres Gracias - murmuró Hera mientras tiritaba como un corderito.
"Miedo" escuchó.
Nura estaba justo detrás de ella y la cortó en dos de arriba a abajo de forma vertical. Hera gritó de dolor y su cuerpo de desparramó por el suelo junto con brillante icor que chorreaba.
- Soy... la reina... de los dioses... - dijo a duras penas.
- Tú lo que eres es una mujer amargada - añadió Nura colocando la punta de su katana justo debajo de la barbilla de Hera. - Tu familia va a necesitar un par de retoques.
- Calla... te... AAAGH!
Las dos partes del desvalijado cuerpo de la diosa se pusieron de rodillas y sus ojos y su boca despidieron una potente luz olímpica. Nura quedó cegado sintiendo esa sensación de purificación que era horrible para los demonios, pero consiguió decir:
- Este poder celestial no es nada comparado con el de una miko del Templo del Gato Negro.
Y la cortó la cabeza ya partida de antes. La reina de los dioses se deshizo en brillante polvo y se fue a los cielos juntos con sus hijos. De ella solo quedó la tiara de oro, la cual Zeus recogió.
- ¡Lamentaréis esto con mi ira!
Sacó su rayo maestro y sembró el caos en todo el salón. Las criaturas mitológicas fueron absorbidas por aquella arma luminosa quedándose Zeus como el único enemigo aún presente, sin embargo, más fuerte que nunca.
Los rebeldes se agruparon al frente del dios de los cielos. Rei, Dante, Tsubaki, Kikyo, Akane, Nura y yo nos reunimos en la la vanguardia. Me alegraba ver que todos estuviéramos vivos después de nuestras respectivas batallas.
En una posición más adelantada, se situaba el arcángel Abbadon que estaba siendo respaldado por William, Esmeralda y Blue. Recuerdo que esta última miró atrás. Rei la guiñó el ojo y ella sonrió. Volvió a mirar a Zeus con una mirada de odio.
La última batalla estaba al caer y faltaba demasiado poco... para lo peor.
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