- Es el primero que veo en toda mi existencia - añadió Rei.
Fruncí el ceño y exclamé:
- ¡Has dicho el nombre de mi madre!
El dragón me observó con sus ojos lechosos, que reflejaban su ira como nadie.
- Akame Scarlet Targaryen... sí... eres la descendiente de Yuuki Targaryen... Aquella mujer que me mató...
- Estoy segura de que hiciste cosas horribles como para que mi madre hiciese algo así.
- Yo era su dragón.
- ¿...?
- Mucho antes de la extinción de los dragones... mucho antes de la emigración de los elfos al continente asiático... Yo era la Dragona Blanca del Cielo. Yo y el Gran Dragón Amarillo de la Luz éramos los dragones de los elfos más importantes de la Tierra. Yuuki y yo éramos casi como hermanas... pero entonces el Gran Dragón, ante el odio de los occidentales hacia nosotros y ante el peligro que yacía en Asia con el Fénix, decidió trasladar a la mayor parte del pueblo de los elfos y así los dragones acabar con el Fénix. Yo me negué, yo quería estar en paz con los europeos y velar por la salud y no dar pie a la guerra... El Gran Dragón y yo tuvimos peleas... nadie estaba a mi favor, todos deseaban la sed de sangre... incluida Yuuki. Yuuki me abandonó, y cuando un domador deja de creer en su dragón, este muere. La supliqué que no se fuera... pero se fue, me abandonó... y morí.
- Moriste por cabezota - comentó Rei.
- Cállate, Minamoto - mandó Nura.
A mi juicio aquella historia tenía errores. Mi madre siempre fue una persona muy pacífica. De sobra hubiera confiado en su propio dragón como para evitar la guerra contra el Fénix ¿Por qué razón iría a la guerra y abandonarle?
- Tendría que ser por algún motivo.
- ¡Siguió a su hermano y al Gran Dragón y me olvidó! ¡Ni siquiera te habló de mí!
- ¡¡¡Murió cuando tenía 3 años!!! ¡¡¡No me pudo contar muchas cosas!!!
- ¡¡¡No fui nada para ella!!! ¡¡Me utilizó como a una simple mascotita! ¡Caí recluida al Caos con este manchado cuerpo! Mi alma se ha oscurecido como el cielo de la noche, y solo hay una manera para revivirme... VENGANZA, VENGANZA CONTRA LOS DESCENDIENTES DE LOS TARGARYEN Y CONSEGUIR EL PODER DEL FÉNIX PARA REVIVIRME.
"No podría vencerla nunca..."
- JAMÁS.
Para mi sorpresa, Nura se puso justo delante de mí encarando al dragón. A él se le unieron Rei con Amateratsu rodeándole, Blue con su hielo y Abbadon con la Excalibur.
Echaba de menos a tanta gente... Criis, que seguía tirada inconsciente en el suelo y con suerte no estaría muerta; Kikyo, Alejandra... Akane, Dante... Echaba de menos a demasiada gente. Pero estaba junto a mis nakamas, esa era la batalla final. Tenía que conseguir salir de allí junto a ellos y no dejar que ninguno de ellos más muriese.
Me concentré en mis capacidades. Miré mi vida pasar mientras el color escarlata me transformaba en alguien más fuerte. No sabía exactamente lo que había pasado con aquella dragona y mi madre, pero de lo que estaba segura es que mi madre era de corazón noble y todo tendría su explicación... o eso creo, al menos lo descubriría más tarde.
Mi traje cambió al rojo. Desenvainé a Gesshoku y nos lanzamos al combate.
Cada uno lanzamos nuestros ataques. Blue atacó con una gran nevada, Rei lanzó una bola de fuego negro más grande que él, Nura pegó tajos a velocidad youkai con Nenekirimaru y Abbadon voló pegando espadazos a la piel del dragón. Yo lancé, rayos, fuego y luz escarlata mientras atacaba con mi katana. Todo eso apenas le hacía daño. La dragona hizo acumular energía blanca en su boca y la descargó contra nosotros y toda la habitación donde estábamos. Casi le daba a Criis, uff....
Iba a ser complicado. Poco a poco nuestras energías se debilitaban y la dragona cada vez iba descargando energía con mayor agilidad. Ahora entendía porqué era mejor que los dragones estuvieran domados... Acabar con ellos era imposible.
...
...
...
"Mentira." Solo hay un único ser que consiguió acabar con los dragones, quien fue la causa de su extinción.
"Y ese soy yo". Apenas lograba distinguir la voz de mi mente con la voz externa que yacía en mi cuerpo. El Gran Fénix Legendario, efectivamente, era el único que fue capaz de matar a los dragones. Y él... estaba dentro de mí. No le derroté ni él me derrotó a mí aquel día... simplemente nos hicimos inevitablemente uno. Era un extraño destino que odiaba con todas mis fuerzas, pero poco a poco aprendí a lidiar con ello hasta hacerlo mío. En ese momento empecé a amarle, es decir... a amarme y sentirme segura, por fin.
- Este será nuestro ataque final - declaré.
Todos me miraron. Notaba en sus caras que no entendían bien porqué iba a ser ese el último ataque, pero asintieron conformes. Todos dimos todo de nosotros. El Miedo de Nura, el Hielo de Blue, el Amateratsu de Rei, la Luz de Abbadon y mi Scarlet. Todos unidos en un ataque al unísono combatimos el Caos y la corrupción del alma del dragón.
"Pero, eh... soy una sacerdotisa. No debería simplemente dejarle morir... tengo que purificarle".
Estaba agotada y había consumido demasiada energía, pero lancé lo último que me quedaba de mí en forma de poder sacerdotal, aquel que había estado aprendiendo durante tantos años.
"Espero que Kikyo quede contenta".
La luz invadió todo. Y después de eso escuché la voz de la dragona.
- Tienes mucho de qué hablar con tu madre, jovencita.
- Pero está muerta... - dije.
- Las almas de los fallecidos nunca mueren. Siempre bajan del Cielo para encontrarse con quienes les buscan. Búscala y purifícate tú... de esa forma yo descansaré en paz y todo esto acabará. Lo necesitaremos todos para que esto acabe. Lo necesitas tú para vivir la vida que quieres.
- ...
La luz se disipó y nos encontramos en la misma habitación de siempre, pero se caía a cachos.
- El Caos se derrumba - dijo Abbadon. - Habrá que salir de aquí cuanto antes.
- Es imposible irnos de aquí - dijo Rei. - Nadie escapa del Caos.
- Yo puedo hacer que volváis - dijo Abbadon sacando un recipiente de plata.
- ¿Qué vas a...? NO LO HARÁS.
- ¿Qué? ¿Qué es eso? - pregunté - ¿Qué es eso de "volváis"?
- Solo existe esta forma de salir.... transformándome en la muerte.
- NOOO - chilló Rei.
Abbadon destapó el recipiente y una parte de él fue absorbido hacia dentro de él. Ahora estaba viejo, esquelético... la armadura desapareció y solo quedó una toga negra.
- La Parca... - dijo Blue.
Abbadon señaló hacia un lado de la habitación y vimos cómo se abría un portal. No dijo nada.
- Abbadon-san.... - dije.
Nura recogió a Criis.
- Nos está diciendo que vayamos por ese portal. Es la única manera de salir de aquí.
- ¿Cómo lo...?
- Me lo dice a través del Miedo...
Abbadon, o mejor dicho, la Parca, me lanzó su espada.
- Dice que te la quedes. Es de tu familia.
La recogí.
- ... Tú eres el dios de Caetoneko... tú eres un Arcángel del Cielo.
-... Dice que todos los ángeles tienen una versión oscura y corrupta.
- Irnus ya... por favur.... ....
- ... No quiero dejar a otro nakama... y todos los que cayeron....
Nura me cogió. Todos nos fuimos al portal... dejando atrás a otro amigo... y por fin logramos ver la luz de un nuevo día.
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