Desde luego no había cambiado en absoluto. Seguía siendo el sitio más puro que conocía (sin contar con el Cielo x_x). El olor del incienso mezclado con el de los árboles otoñales era mágico... invitaba a relajarme. Estaba en casa, por fin.
Dejé descansar a mis dragones en mi colgante de nuevo, y comencé a subir las escaleras junto a Kumato.
- Miau~ -O-
- ¡No te quejes! D8 ¡Podemos subir estas escaleras perfectamente sin la ayuda de los dragones!
Aunque en el fondo reconocía que era un rollo subir todo eso... Una vez llegamos e iba a llamar a la puerta, se abrió ella sola, con el Maestro Kuro al otro lado.
- ¡M-Maestro-san! X_X
- ¡Es muy difícil que tu presencia pase desapercibida, pequeña!
Cuando iba a hacerle la reverencia, el Maestro me interrumpió y me abrazó.
- Vamos, Akame-chan... Ya no hacen falta las formalidades entre nosotros.
Sentí una calma y felicidad inmensas.
- A-Arigato gozaimasu... :')
Después de eso pasamos al interior del Templo. Como siempre, había alguna que otra miko estudiante entrando y saliendo de sus entrenamientos, y también estaban las mikos mayores que se dedicaban a las labores domésticas, cuidar a las estudiantes y representar al Templo cuando había aldeanos en apuros ¡incluso había ejércitos que necesitaban algún tipo de magia espiritual en sus filas!
Una sacerdotisa salía de la cocina con una olla ardiendo. De repente, el salón comenzó a oler a quemado.
- ¡OOOH! ¡AAAAAH! - gritaba.
- ¡Rui-san! - espeté - ¿Q-Qué...?
Rui era una de las cocineras del Templo. Al parecer seguía siendo igual de torpe que siempre aunque esta vez lo que destacase no fuese su revoltoso pelo rizado sino...
- Youkai... - percibí.
De la olla comenzó a salir una... cosa~ hecha con una masa quemada. En cuanto pareció dispuesto a atacar, me adelanté lanzándole rayos Yin de mis manos. Cuando pareció haberse rendido, el Maestro Kuro sacó un talismán de papel de su manga y se lo pegó al youkai. Luego este se convirtió en trozos de comida chamuscada.
- Ufff... - suspiró Rui aliviada .
- ¡¿Cómo habéis permitido que entrara un youkai al Templo?! ¡¡BAAKA!! - se quejó el Maestro.
- G-Gomenasai, Kuro-san ToT ¡No sabíamos que un ingrediente del wok estuviese endemoniado!
- Cada vez esto es más abusivo - comenté. - No tenéis la culpa... Los demonios se han vuelto aún más molestos.
Rui giró la cabeza hacia mí. Tras quedarse dos segundos pensativa, sonrió, dejó la olla en el suelo y se acercó a mí.
- AAAAAAAAAAH - me tocó la cara - ¡Akame-chan! ¡Akameciita! ¡Qué guapa estás y qué mayooor!
- H-Hai.... Rui-san xDx''.... Arigato gozaimasu~
Me abrazó.
- ¡Qué alegría que estés aquí, pequeñaja! ¡Hacía mucho tiempo que no te veíamos! ¡Te echábamos taaanto de menos! Ay, cariño ¡qué fuerte te has vuelto!
- Jaja.. ^D^''
Me alegraba mucho volver a ver a Rui, al Maestro y a todos los del Templo del Gato Negro. Era el único lugar donde era solo "Akame"... para ellos iba a ser siempre la niña de 4 años que llegó sola sin nada al Templo desde China.
- ¡Bueno! ^D^ ¡Espero que te quedes a cenar esta noche! ¡Me encantaría poder hablar contigo más tarde!
- ¡Claro, por supuesto! ¡Sería genial!
- ¡Las demás estarán encantadas de verte! Y... ¡uh~! - Rui miró a Kumato - ¡Oooh! ¡Qué curioso! ¡Un extraño vegetal de otro mundo! ¡Sería fantástico cocinarlo junto al pato marinado!
Kumato hizo una mueca de espanto.
- Es mi neko, Rui-san x_x Se ofende si le dices esas cosas...
- ¡Oh! ¡Gomenasai!... ¡Bueno! Yo me voy a la cocina otra vez.
Cuando fue a coger la olla, el Maestro la interrumpió.
- Deja que me la lleve yo a la habitación de los sellos... Si este youkai ha podido traspasar la barrera que protege al Templo, posiblemente nos dé más sorpresas si lo dejamos en cualquier lugar.
- De acuerdo, Maestro-san... (ksó~ me he quedado sin olla...)
Rui se fue.
- Acompáñame, Akame-chan.
Fuimos por un pasillo que no solía transitar cuando vivía allí. El Maestro y yo lo cruzamos hasta llegar a la última puerta a la izquierda. El Maestro abrió y vi que la estancia estaba oscura sin ningún tipo de ventana. Encendió una vela y contemplé lo que había. Kumato se asustó.
La estancia estaba repleta de restos de youkais, como cabezas o extremidades, y extraños objetos con talismanes pegados o colgados, eran objetos endemoniados... Sentía un aura latente aún muy poderosa y llena de odio y rencor guardados...
El Maestro hizo un hueco en una estantería para dejar allí la olla.
- Vámonos - dijo.
- ¿Estos son... youkais? - pregunté fascinada.
- Sí, o más bien lo que queda de ellos. Muchos de los youkais más fuertes a los que me he enfrentado a lo largo de mi vida u otros que me han resultados interesantes, como el que acabamos de incorporar a la colección, están aquí. Gracias a estos restos puedo conseguir pócimas curativas o perfeccionar la barrera antiyoukai que protege el edificio. Sin esta barrera, todas las niñas que se forman aquí para ser sacerdotisas estarían en peligro.
- Entiendo...
Salimos de aquella habitación y fuimos al "despacho" del Maestro. Me sirvió un té rojo mientras Kumato mascaba un trozo de canela y hablábamos.
- Siento mucho por lo que has tenido que pasar, Akame-chan. Sabía que la misión a Caetoneko era peligrosa incluso para vosotras, pero no a tan grandes rasgos.
- Los problemas que ocurren en otros mundos nunca son fáciles y mucho menos es posible predecir sus consecuencias. De todas formas, no se preocupe; lo importante es que estoy aquí de vuelta.
- Me alegro mucho por ello... Espero que puedas quedarte a cenar. Después de un año..
- ¡Será un placer! (Mientras no peque mucho en Gula...)
Bebimos un rato en silencio.
- A propósito... Maestro-san...
- Dime.
- En el último mundo en el que estuvimos nos encontramos con Tsubaki-sama. Ella se había aliado con los demonios para aniquilarnos.
- Eso me dijo Akane-chan... Me decepcionó bastante, pero la verdad es que no me sorprendió.
- ¿N-No?
- No solo por cómo era de carácter y por la pureza gris de su alma... Desde que acabó los estudios estuvo familiarizándose con magias peligrosas... ¡Además de la Profecía! Fíjate, Akame-chan, que una de las tres sacerdotisas ya ha cumplido a lo que estaba destinada.
- La caída a la oscuridad... pensaba que... yo...
- ¿Tuuú? ... ¿Por qué ibas a ser tú, pequeña?
- Caí al Infierno y casi muero allí. Se podría decir que aquello fue una "caída a la oscuridad".
- Cierto... pero lograste salvarte.
- Y... El Fénix...
- ...
- ...
El Maestro dejó su taza sin acabar.
- Desde el principio el Fénix no estaba dentro de la magia de la Profecía. De hecho, ese tipo de magia no es ni oscura ni celestial... es... solo el Fénix. Eres tú quien se encarga de hacerlo bueno o malo.
- Mmm...
- De hecho creo que eres la personas más indicada para ello. Tus poderes se basan en el equilibrio, en eso que representa tu colgante, el Onmyo. Tú más que nadie debe poder hacerlo bien, junto con la fuerza de los Scarlet y la pureza de los Targaryen... Tienes un legado muy importante, Akame-chan.... .... .... Sin embargo...
- ... ¿S-sin embargo...?
- Si te soy sincero, dudé de ti. Sé de tu estrecha relación con el Señor del Pandemonio, Nurarihyon.
- ¿N-NURARIHYON-SAMA? O/_/O
- Es el youkai más peligroso... es considerado el rey de los demonios, bien lo sabes. Y veo que hasta lo tratas de "-sama"... Bueno... pensé que al estar tanto tiempo con él, sí podrías caer en la oscuridad. Además tengo cierta sensación de que algo hiciste con él y estáis en algo relacionados...
- ¿R-RELACIONADOS? X/_/X
"Qué vaaaa! ¡Solo me he unido a su Clan! 8//D."
- Cuando lo vuelvas a ver... deberás matarlo.
- ... ¿qué?
- ...
Kumato gruñó.
- ...
- ... Es broma, pequeñaja
- ...!
- Puedes hacer lo que quieras. Eres una sacerdotisa autónoma. Eso sí... ya sabes lo que son los youkais... malvados, envidiosos, ladrones... Debes hacer lo que creas conveniente con ellos, pero teniendo en cuenta todo eso.
- L-Lo sé...
- ... Ten cuidado ¿Vale? - El Maestro cogió de nuevo su taza y bebió.
Kumato hizo ruiditos raros, como de indignación y cansancio.
- M-Maestro-san... ¿sabe dónde está Akane-chan? No la he visto aún y me gustaría estar un rato con ella.
- Oh, sí... Le encantará verte. Supongo que estará en el bosque de aquí al lado. Últimamente pasa mucho tiempo allí... y no sé porqué me da la sensación de que le disgusta algo.
- Yo... creo que puedo ayudarla.
- ... Sí, supongo que sí. Os conocéis bien.
Me levanté, hice una pequeña reverencia al Maestro y me despedí.
- Nos vemos en la cena, Sensei.
El Maestro asintió conforme. Cuando me dirigí a la puerta Kumato se levantó de su sitio y me siguió.
Salimos por la puerta de atrás que daba al bosque y caminamos hacia él mientras el sol ya se estaba poniendo.
Kumato y yo estuvimos buscando a Akane. Pensé que tal vez estaría en la zona donde Hiroito y yo entrenábamos y había un cráter en medio de cuando la primera vez que me peleé con Nura, pero allí no estaba.
Cuando pensé que debía empezar a preocuparme, Kumato tiró del extremo de mi hakama y señaló un sitio con muchos árboles.
- ¿Tú crees que estará ahí? - pregunté al gatomate.
Este dio un par de saltitos y se acercó. Yo le seguí. Ciertamente no recordaba que esa zona estuviese llena de árboles tan bien cuidados. Cuando logramos abrirnos paso entre todas aquellas plantas, vimos a Akane en medio del césped del verde más vivo que había visto nunca. Alrededor de ella crecían todo tipo de pequeñas florecillas. Estas también brotaban en su pelo rubio, cada vez más luminoso y bonito, incluso un poco más largo.
- ¿Akane-chan? - dije.
Akane se giró. Kumato corrió y se lanzó sobre su regazo para que le acariciase.
- Hola~ n.n ¡Habéis venido!
- ¡Sí! Hacía tiempo que no nos veíamos... ¿Cómo estás?
- Pueees...
Me senté a su lado.
- ¿Pues...?
- Hiroito-kun se ha ido. Se ha ido... a una tierra al otro lado del océano llamada "América".
- Lo sé. Fue a visitarme a mi Templo antes de irse...- Decidí omitir la parte del final. - No sé cómo estás, Akane-chan; si necesitases algo...
- ¡No, no! Estoy bien...
- ¿Bien? ¿Segura?
- A ver... no estoy del todo "bien". Me entristece que él haya tomado tantas... decisiones~ sin pensar un poco en mí... en... nosotros.
- Entiendo...
- Pero no puedo retenerle. Aquí las cosas le irían mal... Tal vez sea mejor que las cosas sean así. Si algún día llegase a sentirme realmente mal, supongo que tendría que ir a buscarle a América.
- Eso sería demasiado... Y si no lo has hecho, significa que...
- Prefiero estar aquí. Con la gente que quiero desde siempre, amiga. Además... - miró al césped, a las flores y a los árboles de alrededor. - Este don me ha animado realmente la vida. Me siento más completa.... No sé si me entiendes.
- Como mucho me puedo hacer una pequeña idea... Lo que sí... ¡este tipo de magia es increíble!
- Gracias... ¿Sabes? Un día pensé en ir de viaje a Europa para visitar la tierra de la que viene mi historia...
- ¡Sería estupendo!
- Pero... no sé si estaría bien... Ya sabes cómo se las gastó Apolo para conseguir a todas las ninfas que podía.
- A ti no te pasaría nada. Eres una sacerdotisa. Además, es posible que puedas arreglar algunas cosas...
- No sé... Aquí soy feliz. Aunque esté sin mi madre y sin Hiroito... tengo mi magia, al Templo, a ti...
Sonreí y nos abrazamos.
- Me alegro de que volvamos a estar juntas, Akame-chan.
- Y yo ^^ ~
Entonces solo brillaba el último rayo de sol. Akane se dio cuenta de la hora y se levantó.
- Tengo que irme, Akame-chan ¿O te quedas a cenar?
- Me han invitado, sí. Me quedaré un rato y luego volveré a mi Templo con mis dragones.
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