martes, 28 de octubre de 2014

Akame Vs Rei

Lancé otra flecha de fuego y Rei volvió a agarrarla al vuelo. La hizo cenizas y sonrió.
- ¿Eso es todo lo que tienes?
Llena de rabia tiré el arco hacia él y este se apartó.
- No quisiera cargarme tu preciada arma. Bien. Ahora me toca a mí.
Rei invocó un par de trozos de hielo y los lanzó contra mí. Alcé mis manos e invoqué un fuego que los derritió por poco.
- TE MATARÉ - dije sin pensar.
- No es mala idea :3 aunque aún habiéndome sorprendido derritiendo mi hielo es difícil que consigas acabar conmigo - invocó fuego oscuro en sus manos - Así pues, tengamos esta batalla como es debido, fuego de fénix contra fuego infernal.
Invoqué llamas al alrededor de mis dedos hasta que llegaron a ocupar todas mi manos. Nos abalanzamos uno contra el otro lanzándonos nuestros fuegos mutuamente. El demonio sombra es un tipo de demonio muy rápido, por lo que yo tenía una considerable desventaja en el tiempo de reacción. Al ver esto, procuré defenderme como pude intentando extinguir las llamas negras, pero fallé... no se podían apagar. Cuando rozaban mi piel, notaba un ardor demoníaco muy fuerte casi insoportable. Tal vez un humano normal ya habría muerto en ese momento. Le lancé una llama de las mías que cayó en su hombro izquierdo. Soltó una mísera queja y con ira me hizo un gancho tirándome al suelo. Rodé herida con la ropa echando humo.
- ¿Q-Qué clase de bicho eres...? - pregunté recomponiéndome.
Rei se acercó con paso decidido y sus ojos rojos brillaban desvelando la maldad que había dentro de su corazón.. Era el aura oscura más poderosa que había visto en mi vida, y encima tenía el presentimiento de que se estaba controlando. Sí, realmente tenía el poder suficiente como para acabar conmigo en ese mismo instante, pero la Akame que estaba allí era una versión mía llena de odio y venganza. Yo no era consciente de mi condición al borde de la muerte y lo único que quería era acabar con la vida de mi oscuro amigo sin importar cómo.
Rei me miraba desde arriba mientras yo desde el suelo le observaba con odio.
- Tú no eres así, Akame-chan. Eres una buena persona, una buena sacerdotisa, la mejor que he conocido. No debes comportarte así, no puedes corromperte y convertirte en un demonio de esta manera.
Intenté levantarme pero Rei posó mi mano en mi cabeza para que estuviese quieta.
- No tienes ni idea de lo que es la verdadera oscuridad, la verdadera maldad... No sabes lo que es el verdadero miedo. No has visto los horrores del Infierno y de las otras dimensiones. Debes ser un Fénix, sí, pero un Fénix puro.
Me harté de escuchar y antes de que me diese cuenta saqué mi katana "Eclipse solar" y le lancé un tajo a la tripa. Para mi sorpresa, no le dio tiempo a reaccionar y el impacto le dolió.
- Esa espada... - dijo jadeando mientras brotaba sangre de color negro.
Me levanté de un salto con la katana en ristre dispuesta a clavársela en el pecho pero alguien me lanzó una flecha por la espalda. Se clavó en la parte de abajo a la derecha de mi espalda y caí. Estaba inmóvil y me percaté en que era una flecha paralizadora de sacerdotisa. Miré detrás mío y era Akane, quien con un arco me estaba amenazando con otra flecha. Con una voz paciente pero ocultando su gran nerviosismo dijo:
- No te quiero hacer daño, compañera. Pero debes volver a tu estado original y decirme dónde está Hiroito-sama.
Todo mi cuerpo ardió en llamas sin control y la flecha se deshizo. Me levanté aún con vivo fuego alrededor mío.
- Pienso vengarme de todo vosotros... de todos... - decía con los ojos más llameantes que nunca - Uno por uno. Me haré más fuerte. El Gran Fénix conseguirá al final hacerse con el poder de toda las razas.
Alcé mi mano y el arco por sí solo volvió a mis manos. Rei y Akane no movieron ni un solo dedo. Me miraban con sorpresa, como si fuese otra cosa... alguien que no era Akame.
Decidí invocar mis dragones, pero no funcionó, asique probé a volar por mí misma. Lo conseguí formando un aura de fuego alrededor mía.
- Está descontrolada... - dijo Rei - No puedo hacer daño a mi nakama...
Apunté otra flecha a Rei y disparé. Este la esquivó sin ningún problema.
- No puedes derrotarme, Akame-chan.
- Algún día lo haré. Primero debo vengarme...
Apunté a Akane y disparé. Rei la cogió y llevó a otro punto. Solté una maldición y decidí irme rápido.
- NO TARDARÉ EN COGERTE - gritó Rei.
- ¡Espera! - gritó Akane a Rei.
Lo último que supe de ellos fue que estaban hablando tan bajo que no les oía. Me fui alejando del sitio. Nunca antes mi sangre había ardido de esa forma. Nunca antes mi sed de venganza estaba tan al límite ¿Qué era?
Ni siquiera me preocupaba por mi estado. En ese momento sólo buscaba la manera de acabar con todos... objetivamente con todos. Y eso daba miedo. Mucho. Pensé en los que mataron a mi familia pero estaban en China, demasiado lejos como para ir a vengarme... tenía que ser alguien de Japón...
Decidí pensar que si controlaba a muchos demonios de Japón podría vengarme mucho más rápido. Podría tener más posibilidades de acabar con Rei, con Akane, con Kikyo... incluso a los

mismísimos vampiros que querían mi sangre, incluso Dante... Decidí, pues, que la mejor opción era controlar a todo un grupo de demonios y eso sólo significaba una cosa...
Puse rumbo a Ukiyo-e, la ciudad de lso youkais. Mi deber era derrocar el Señor del Pandemonio... Nurarihyon.


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