sábado, 21 de febrero de 2015

Galletas

Desperté en una cama excesivamente acolchada. De sopetón me incorporé mientras mis ojos recobraban la vista. Qué dolor de cabeza...
Miré a mi alrededor y vi que estaba en una pequeña habitación con paredes de madera. La pequeña ventana tenía unas cortinas de tela moradas con flores que no tapaban del todo el cristal, dejando ver pequeños rayos de sol como si fuese el... ¿amanecer? ¿Cuánto tiempo había pasado?
La puerta se abrió y la chica que encontramos en Abbadia apareció con una bandeja con una tetera, un vaso de leche y galletas. Sus ojos verdes se posaron en mí con aire de sorpresa, pero al momento esbozó una sonrisa dulce aunque con algo melancólica a la vez .
- Vaya... ¡sí que los terrestres sois dormilones!
- ¿Cómo? ¿Dormilones?
- Sí. En cuanto llegamos al pueblo, el Grandísimo Abbadon despertó, después le siguieron Rei, Dante y Nura en cuanto llegó la medianoche y luego hace un par de horas despertaron la del colgante púrpura y la que va maquillada~
- ¿Y Akane-chan?
- La rubia sigue acostada. Se nota que estuvisteis un buen tiempo sin dormir bien...
- Sí, la verdad es que sí.
- ¡NYAA! - se escuchó.
Detrás de ella apareció Kumato y se abalanzó sobre mí. Me mordisqueó los dedos con cariño mientras sonreía como un loco. Le cogí en brazos y le acaricié el lomo. La nekogirl se acercó y dejó la bandeja en la mesilla de noche. Le di las gracias y la pregunté por su nombre.
- Yo... soy Esme... Esmeralda Smith.
Cogí una galleta. Estaba recién salida del horno, calentita, con trocitos de chocolate, con un olor muy apetitoso... Al primer bocado me sentí como en casa~ El ambiente no solo olía a galletas sino también a hierbas y a leña quemada que tal vez provenía del piso de abajo. También detecté otro olor conocido... parecía sake.
- ¿Nura-kun ha estado aquí?
- Si te refieres al demonio de pelo blanco y negro con cabeza alargada sí - afirmó Esme con tono amable. Se quedó un rato en silencio y añadió - Tengo que ir avisando a mi hermano William de que habéis despertado. Necesitamos vuestra ayuda.
- ¿Ayuda ka?
Esme se sentó en la cama junto a mí  y cabizbaja y con trono triste explicó:
- El Grandísimo Abbadon nos explicó vuestra misión. Y, créeme, es difícil que lleguéis con vida al Salón Real donde están todos los dioses olímpicos... hay trampas, hay hoplitas por todas partes... necesitáis un grupo más numeroso. Lo de Hermes ha sido suerte... de verdad.
Me quedé un rato mirándola. Quería hablar de otra cosa en el fondo.
- También... - continuó, - necesito que rescatéis a mi hermana gemela. La raptaron hace dos semanas...
Lanzó un sollozo y la miré con compasión.
- La rescataremos - le aseguré - Pero, ¿tu hermano y tú podéis ayudarnos?
- En seguida lo verás... cuando la rubia se despierte.
La puerta se abrió. Eran Kikyo y Nura.
- ¡AKAME-CHAN! - exclamó Kikyo acercándose corriendo hacia mí - ¿Cómo te encuentras? ¿Todo bien? ¿Sí? ¿Te duele algo?
- ¡Estoy perfectamente! x_x
Nura se limitó a sonreír e informó:
- Acabamos de ver despertar a Akane-chan. Tsubaki-gitsune se ha quedado con ella -U-
- G-Gitsume... ka? e.ê...
Por dentro mi Akame interior se echó a llorar de la risa~pues gitsume significa "demonio zorra".
Esmeralda, ignorando el comentario, se levantó y caminó hacia la puerta.
- Cuando acabéis el desayuno avisad a Dante. Está abajo en el salón. Cuando os reunáis todos con él id yendo a la plazoleta.
Salió de la habitación y cerró la puerta. Kikyo, Nura y yo nos quedamos un rato en silencio. Les miré y Kikyo y me fijé en qe habían cambiado de ropa (para no perder la costumbre): Kikyo llevaba su chihaya simple con el muna-himo blanco y el hakama rojo, mientras que Nura llevaba su kimono negro debajo de una capa de color añil que a su espalda llevaba bordado el lema del Clan Nura: "Miedo".
- ¿Cómo es que estáis así vestidos? - me decidí a preguntar.
- Estaban en nuestras mochilas - respondió Kikyo.
Nura me pasó mi mochila roja que estaba al otro lado de la cama. Dijo:
- Compruébalo tú misma.
Abrí la bolsa y me encontré con mi chihaya de siempre además de mi arco, mi carcaj, mi katana y la muñeca que encontré en el Purgatorio.
Nura se sentó a mi lado y me echó el pelo para atrás. Miré sus ojos dorados y dijo:
-Cuando quieras bajamos al salón.



No hay comentarios:

Publicar un comentario