sábado, 28 de febrero de 2015

Por poco fuimos sopa de miso con extra de rebeldes

El viaje no llegó a durar más de tres semanas.
Nos encontramos con una Fortaleza no muy vigilada por guardias, cosa que me extrañó, pero sí estaba rodeada por un gran foso mágico y una fuerte muralla. La arquitectura de de la Fortaleza del Invierno era preciosa. Parecía de comienzos del arte gótico occidental debido a la multitud de torres que marcaban la verticalidad y arcos apuntados; pero sus muros eran extremadamente gruesos con contrafuertes adosados a la pared. Tanto el edificio como la muralla estaban formados por sillares regulares de roca helada de color azul y morado; sin embargo, al fondo de nuestra derecha había un gran edificio hecho con hielo pegado a una montaña: el Palacio de Hielo.
Hubiera sido un paisaje precioso si no fuera porque salió un dios griego de las profundidades del foso.
- ¡Bárbaros de la periferia de Caetoneko! ¡Retroceded si no queréis que os eche a los tiburones!
- ¡Ese dios no  aparece en tu portátil, Akame-chan! - señaló Nura.
- JAJAJA - su carcajada me recordó a las olas de las playas del sur de la isla de Honshu, juguetonas pero peligrosas a la vez... - ¡En ese estúpido cacharro de Arquímedes no viene ni la mitad de las cosas de mi mundo!
El dios toqueteó su barba que combinaba, al igual que su largo pelo lleno de greñas, el negro azabache con las canas. Sus grandes ojos azul verdoso como dos profundos y misteriosos mares se posaron en cada uno de nosotros. Llevaba una túnica griega de color blanca con elementos metálicos en los brazos y en las piernas que simulaban las escamas de los peces. En su mano derecha llevaba un poderoso e imponente tridente decorado con conchas, algas, corales y estrellas de mar. Se presentó.
- ¡Soy Poseidón! ¡Señor de los mares y las tempestades! ¡De los marineros y de los caballos! ¡Hermano de Zeus e hijo de Cronos!
- Hace milenios que se preparó el discursito... - murmuró Rei.
Poseidón movió el tridente y una ola gigante se elevó ante nosotros alcanzando la altura de la torre principal.
- ¡Retroceded o morid!
Agua. El agua apagaba el fuego. No sería buena idea que yo interviniese en la batalla.
Blue se adelantó haciendo que los pocos rebeldes que no llevaban caras de espanto comenzasen a chillar histéricos pidiéndole a la princesa que dejase de caminar. Blue hizo caso omiso. Sacó su daga del Dragón de Hielo, Korimizu... era la primera vez que la veía en persona... y la primera domadora de dragones con la que me cruzo.
- ¡No pensamos irnos de aquí! - gritó.
Rei se acercó a su derecha y dijo al dios:
- No tocarás a mi gatita... no tocarás su pueblo... y tampoco a mis nakamas.
Poseidón se rió maliciosamente.
- Se acabó.
Lanzó un tsunami contra nosotros. Abbadon me gritó:
- ¡Akame-chan! ¡Ayúdame!
"PERO POR QUÉ YOOOO!?" pensé, pero era demasiado tarde. La ola estaba a tan solo dos metros de Abbadon. Este despidió una luz dorada de sus dos manos contra la ola y la redujo lo máximo que pudo, pero no del todo... igualmente iba a arrastrarnos a los de detrás.
El fuego no es nadie contra el agua, pero sí el Yang. La Luz sí que es capaz de atravesar el mar. Alcé las manos y despedí luz del Yang de mis manos. Estaba cerrando los ojos, pero sentí que mis compañeras sacerdotisas me estaban ayudando: la luz fresca y natural de Akane, la luz poderosa de Kikyo y la luz misteriosa de Tsubaki. Dejé de oír el movimiento de la ola y abrí los ojos. Habíamos conseguido que se dispersase. Las sacerdotisas del Cato Negro que estaban delante de mí me miraron y sonreí n_n
Dirigí la vista hacia Podeidón y vi que Blue y Rei se estaban acercando a él.
- Malditos... - maldició Poseidón.
- Blue-chan, demostremos a este Cara Pez lo que sabemos hacer.
- De acuerdo, Rei-kun.
Ambos se abalanzaron contra Poseidón pero este les volvió a lanzar agua de su tridente.
- ¡AISU!
- ¡AMATERATSU!
Blue congeló el agua que iba hacia ella y Rei la quemó con su fuego negro... Acojonante.
Blue lanzó miles de estocadas con su Korimizu. Poseidón esquivó la mayoría, pero las que recibió hicieron que se congelasen pequeñas partes de su cuerpo y gimiese de dolor. Rei usaba su supervelocidad lanzando cristales de hielo oscuros. Poseidón estaba siendo arrinconado, pero lanzó un grito y todo el agua del foso se elevó por los aires creando un remolino que envolvió a la pareja.
Rei y Blue estaban dando vueltas dentro del ciclón volador.
- JAJAJAJA Ahora si pretendéis helar algo... ¡os quedaréis encerrados para siempre!
- Kyaaaaaaa!!! - se quejaba Blue.
Si seguían así se iban a volver locos, pero Nura les gritó:
- ¡LA CLAVE ESTÁ EN NO CREER EN LOS DIOSES!
Le miré con los ojos como platos.
- Honto... - dije - CHICOS, ES UNA MENTIRA. POSEIDÓN NO EXISTE.
El dios del mar nos miró con una expresión de furia.
- Os echaré a las pirañas... Débiles mortales. Y tú, Phoenix Slayer, no estás en posición de hablar... en estos momentos eres la primera a la que podría matar en un abrir y cerrar de ojos.
Tuve la sensación de que el huracán de agua estaba cesando. Miré a Poseidón seriamente mientras sacaba una flecha de mi carcaj y la colocaba en mi arco.
- No existes. No eres más que un pez con apariencia de señor mayor amargado. Mi fuego puede atravesarte aquí y ahora.
Kikyo y Akane se prepararon a disparar una de sus flechas también.
- A la vez - dijo Kikyo - 3, 2, 1...
Lanzamos nuestras flechas hacia Poseidón. Al impactar, el dios lanzó un gritó de dolor. Estaba indefenso. La flecha de Akane se desvió un poco hacia el ciclón e hizo que este se disipase. Rei y Blue cayeron al suelo. Rei se levantó pesadamente y ayudó a Blue.
- Vamos a darte tu merecido, Poseidón.
Rei y Blue se lanzaron juntos contra el dios otra vez, pero esta vez estaban invocando un poder compartido juntando hielo y sombras.
- ESTE ES NUESTRO ÚLTIMO GOLPE - gritaron - ¡AISUTERATSU!
Un torrente de aisu y amateratsu impactó contra el dios y este volvió a gritar de dolor. La figura de Poseidón estaba echando icor dorador, la sangre de los dioses, y comenzó a hacerse polvo que subía hacia los cielos. Al fin, el dios de los mares se disipó con un grito que imitaba al choque del mar embravecido contra las rocas.
"Por poco fuimos sopa de miso con extra de rebeldes" pensé.
Volvió cierta paz... hasta que la gran puerta de la Fortaleza del Invierno se abrió y de ella salieron unos 20 cíclopes y 15 pegasos.
- Vaya... - dijo Dante - asique ahora traen la infantería y la caballería. Sacó su pistola.
- Nosotros nos ocupamos de esto - dijo William desenvainando su espada.
- Bien... - comentó Nura con Nenekirimaru - ¡AL ATAQUE!
Todo el ejército de rebeldes corrió hacia los cíclopes. Les superábamos en número, éramos unos 140 soldados, pero nuestros enemigos eran increíblemente fuertes. Decidí dejar el arco atrás y usar a Guesshoku. Me abalancé a repartir tajos entre aquellos seres mitológicos sin perder de vista al niño que Nura le dio pan la noche antes de salir de Riverheal. Le había cogido cariño... había estado cuidándole todas aquellas semanas. Se llamaba Leon. Leon a secas. No tiene familia... según él no tiene nada que perder. Pero yo.... yo le animé a que siguiese adelante. Yo misma sabía lo que era estar sola en medio de un montón de gente... No, no podía dejarle solo.
Un trío de cíclopes le habían acorralado. Yo me acerqué corriendo hacia ellos y acabé con ellos con un par de Rayos Yin.
- G-Gracias... dijo Leon.
- Ten cuidado, onegai.
Un pegaso voló hacia nosotros. Cogí al pequeño nekoboy y esquivé la coz que pretendía darnos aquel animal. Le atravesé con Guesshoku y adiós caballo volador.
Lo estábamos haciendo bien. Tsubaki lanzó su lanza contra dos cíclopes haciendo que acabasen como un pincho moruno. Kikyo y Akane se quedaron en la retaguardia usando poder celestial para aumentar nuestros poderes, aunque Kikyo era capaz de lanzar descargas púrpuras de la Esfera de los Cuatro Espíritus a algún que otro pegaso que osaba acercarse a ellas. Nura estaba usando el Miedo increíblemente rápido, haciendo que matase a 5 cíclopes de un solo tajo con su Nenekirimaru. Dante disparaba balas al cielo con sus dos pistolas  para acabar con todos los pegasos posibles. Rei y Blue, aún con la batalla que habían tenido hacía poco rato, seguían usando ataques combinados de hielo puro y oscuro. William protegía a todos sus soldados y repartía mandobles a los monstruos sin parar... era muy bueno con la espada. Esmeralda manejaba con soltura sus ataques de espada mientras iba montada en su caballo. Abbadon fue el que más miedo daba... se cargó a 7 cíclopes y a 4 pegasos de un solo ataque con su luz divina.
Cuando logramos acabar con todos, me fijé en que no todos estaban del todo bien... una parte importante del ejército rebelde estaba gravemente herido. Sin embargo... ahí seguían de pie los 140 soldados.
- Creo que es el momento de que entremos - dijo Abbadon.
Volvimos a nuestras posiciones. Decidí tener a Leon a mi lado.
Entramos y caminamos en medio de un pasillo cubierto por una bóveda de crucería sexpartita. Al fondo había una puerta, pero estaba siendo vigilada por centauros, sátiros y un chico... un chico vestido con una túnica de color morada que parecía que se le iba a caer en cualquier momento, tenía una corona de vides decorada con racimos de uva enormes en la cabeza y sostenía en la mano derecha un cáliz de oro lleno de vino. Su rostro y pelo me recordaron muchísimo a la apariencia de William, pero sus ojos de color café no era profundos y decididos, sino idos y despistados, su pelo largo y castaño se ondulaba de forma divertida y... bueno, obviamente aquel chico era más guapo que Will porque era un ser divino inmortal. Nos vio, sonrió maliciosamente, bebió de su copa de vino y caracoleó para acercarse hacia nosotros. Le entró un rato el hipo, se rió cuando cesó y dijo:
- Jijijiji Sabía que vendríais.
- Oh, mierda... ¿no será otro dios espontáneo? - insinuó Dante con una pistola a cada mano.
- ¿Espontáneo? Oye, tío.... no te pases conmigo que yo molo mucho... jijiji ¡hip~!
- ¿Quién eres? - preguntó Rei.
- Tú tampoco estabas en el portátil de Arquímedes - apuntó Tsubaki.
- ¡Ah! La cosa esa... Nunca se me dio bien la informática esa... tengo otros intereses muy... particulares - miró su copa y volvió a dar un trago. Me preguntaba cuándo iría a acabarse la bebida de esa copa - Y como soy el dios del frenesí, no tiene sentido que me pongan en esos sitios tan serios jiji ¡hip!
- Dios del frenesí - repitió William.
- JIJIJI ¡Sí! ¡Soy Dionisio! Dios del vino, de la fiesta, del éxtasis, de la locura, del teatro... ¡y muchas cosas más! Soy importante, ¿sabéis? Mi padre es el rey del Olimpo y va a acabar con vosotros en cuanto intentéis cruzar esta puerta.
- ¡Pero si estás tú interrumpiéndonos! - objetó Will mientras Dionisio bebía más.
- Oh... ¡hip! Es verdad... Eso quiere decir... jejeje... que tengo que mataros con estos compañeros que tengo - hizo desaparecer la copa con un humo morado que apestaba a alcohol y viña y se acercó - ¡Vamos! ¿Quién es el primero?
- Estás borracho... ¡eres un deshonrado! - dijo William.
- ¡Eh, tú! ¡El maricón de la armadura! ¡No me toques los huevos que te reviento!
- Habla con propiedad, sucio, y más a mi hermano - dijo Esmeralda aún montada en su caballo.
- Mmmmmm... ¡hip! ... ¿te apetece una noche de fiesta griega con el mejor diosecito del lugar~, guapa?
William se acercó a su hermana. Señaló a Dionisio con la punta de su espada.
- ¡Basta de decir groserías, estúpido!
- ¡Eeeehh! - exclamó Dionisio con un tono de voz diferente al de antes, algo más grave y más alto - ¡Llevas mi mismo aspecto! Tienes el pelo largo y marrón y... ¡oh! ¡Pero yo soy mejor! Tú no eres más que un mortal JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJ ¡HIIIIP! Bah~ No importa~ Te mataré de todas formas.
El ambiente estaba tenso de la misma manera que una pelea en medio de la típica fiesta de borrachos de la 1 de la noche. Un aura morada con un olor muy dulce rodeó al dios del vino y este hizo que apareciesen ramas de vides alrededor de Wiliiam enredándose entorno a su cuerpo y dejándole inmovilizado. Así mismo le paso al caballo de Esmeralda. Está pegó un brinco y tras un par de volteretas en el aire cayó al suelo de pie. Salió corriendo contra Dioniso con la espada en ristre dispuesta a pegarle una rebanada en el pecho, pero este volvió a invocar vides que atasen a la nekogirl de pies a manos.
- JJIJIJIJIJIJI Esto te sentará bien :3
Le lanzó vino. Esme gritó de dolor pero una flecha de luz rosa dispersó el líquido y rozó a Dionisio en la oreja. Empezó a salir icor de esta. Dionisio puso cara de furia y miró a la que llevaba aún el arco después del disparo. Era Akane.
- ¡MATÁDLES! ¡MATÁDLES A TODOS! - gritaba de ira el dios.
Los centauros alzaron sus arcos y dispararon. Kikyo y yo nos pusimos de acuerdo en esquivar sus flechas y atacarles a ellos con las nuestras mientras Blue se acercaba sigilosamente a ellos con Korimizu y les partía en dos. Por otro lado, los sátiros se abalanzaron contra el ejército, aunque la mayoría cayesen muertos debido a los miles de disparos de Dante. De repente, unas arpías se descolgaron del techo que estaba justo encima nuestro y se lanzaron contra nosotros. Nos pilló por sorpresa. Nura se encargó de dirigir al ejército y usar el Miedo unas tres o cuatro veces para debilitar a las criaturas. Abbadon fue a quitar las ramas de Esme con su luz celestial mientras que Rei quemaba las de Will.
Así pues, Tsubaki y Akane quedaron frente a Dionisio. Tsubaki invocó el shikigami de la serpiente, pero cuando el reptil abrió la boca, Dionisio le echó vino haciendo que, básicamente, el shikigami acabase borracho perdido.
- Ksó... - maldijo Tsubaki.
- Unas mikos de la Tierra no son nada para mí... además, son poco enrolladas.
- No - dijo - Akane.
- ¿Qué? - dijeron a la vez Dionisio y Tsubaki.
- Así no se usa la naturaleza... Así solo se usa el pecado.
- ¡Y tú que sabrás, sacerdotisa!
- Porque yo... - hizo una pausa - He descubierto mi verdadero poder.
- ??? - Tsubaki nunca había puesto tanto interés en Akane hasta entonces. Lo notaba en su mirada en cuanto terminé de disparar a los centauros.
- Mi nombre es... Akane Sakura, hija de las ninfas.
- ¡¿Una ninfa?! - pregunté incrédula.
- ¿NANI? - añadió Tsubaki.
- Yo... También procedo de la mitología griega. Pero me enseñaron... me enseñaron que la naturaleza no es según como la manejen los dioses a su antojo. No. La naturaleza es libre y funciona por sí sola. Por eso me mandaron a las islas japonesas para estudiar el arte de la espiritualidad más pura... la oriental. Aún tengo recuerdos borrosos... pero al fin sé lo que soy. Y tú... tú no haces más que corromper aquello en lo que he creído. Los animales y vegetales, da igual si son de la Tierra o no, no se manipulan como a ti te dé la gana. No son para ninguna fiesta, sirven para que nosotros vivamos mejor... ¡sirve para la vida! Por el contrario, tú la usas para el dolor, la muerte y la orgía ¡UN SER TAN REPUGNANTE COMO TÚ QUE NI SIQUIERA EXISTE NO TIENE DERECHO A TAL COSA!
- ¡CÁLLATE, MALA MUJER! - dijo Dionisio de forma desenfrenada como si hubiese bebido 347934 litros de alcohol. Invocó un torrente de vino y fue a lanzárselo a Akane.
- Ánthi kerasiás... se ména! (Flores de cerezo... a mí!)
Percibí un aura nueva y completamente diferente a las que había sentido en toda vida, era natural como la de Dionisio o Poseidón... pero no era desenfrenada; era tranquila, serena y bonita, me recordó a una pradera llena de flores en un día de sol y brisa de verano... como las que pasaba con mis padres en China. Era la verdadera esencia de la naturaleza: bella, pura, pacífica... y extremadamente poderosa; y así era mi amiga Akane, como una flor de cerezo recién nacida.
Aire tranquilo y fresco rodeaba a la ninfa-sacerdotisa. Olía a un aroma a flores impactante y fresco a diferencia del olor a vino fuerte y dulzón de Dionisio. Tan solo con esa brisa logró bloquear el ataque de vino del dios. Akane se puso una posición como si fuese a comenzar una danza griega.
- Se acabó, dios irreal de la naturaleza.
Impulsó su aroma y aparecieron pétalos de flores de cerezo que se lanzaron contra Dionisio. Se arremolinaron entorno a él. Dionisio gritaba de ira... se estaba disolviendo con aquel aire. Poco a poco se fue haciendo polvo y subió a los cielos como Hermes y Poseidón... Uno menos.
- Me entraron ganas de beber sake... - comentó Nura.
- ¡BAKA! x3x - dijo Blue.
Me acerqué a Akane que seguía mirando el rincón que había dejado vacío Dionisio. Kikyo y Tsubaki quedaron observándola desde sus posiciones con caras de sorpresa.
- Yo... no sabía que eras una ninfa - la dije.
- Yo... tampoco. Lo sé hace pocos días... Dormía soñando con mitología griega, con bosques y prados tranquilos llenos de buenas criaturas. - Su voz sonaba más musical - Yo... descubrí al fin quién soy.
- Y no eres nada débil cómo decías o como decían... - miré a Tsubaki, esta giró la cabeza hacia otra parte - Eres fuerte y poderosa como todos nosotros.
Akane se quedó callada. Nunca había visto a Akane tan seria...
- Debemos entrar por esa puerta y acabar con todos los dioses que nos faltan.
- Sí - afirmó Abbadon - Debemos volver a nuestras posiciones.
- Y tener en cuenta las 37 bajas que hemos tenido... - comentó Nura.
- ¡¿QUÉ?! ¿Han...? - Dirigí la mirada hacia los rebeldes. Había montones de caras llorando y... 37 nekoboys y nekogirls tirados en el suelo... muertos. Agradecí que Leon estuviese conmigo.
Descansamos solo cinco minutos por si venían más guardias. Miré a Nura y me asintió como diciendo "Lo conseguiremos. Todo va a salir bien". Hice lo mismo. Caminamos mientras observaba a Akane. Sabía que no iba a volver a ser la misma.
Abbadon posó sus manos sobre la doble puerta.
- Allá vamos. Too alone. Too bitter and betrayed.
- TOO ALONE! TOO BITTER AND BETRAYED! - exclamamos todos.
Abbadon abrió la gran puerta. La sala era increíblemente grande y espaciosa con montones de vidrieras rotas. De pronto les miramos... y ellos a nosotros con sus ojos divinos.


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