lunes, 30 de marzo de 2015

Akame Vs Atenea

La sabiduría es difícil de encontrar.
Casi había gastado todas mis flechas en los centauros que se acercaban tanto a los rebeldes como a mí y no había encontrado a Atenea. De vez en cuando, creía escuchar una risa peculiar... no sabría describirla pero no era ni histérica ni dulce; era... la risa de la sabiduría.
- Creo que ha llegado el momento de hacerme ver - dijo aquella voz femenina.
Miraba a los lados pero no veía a nadie parecido a Atenea hasta que miré hacia la gran cúpula central. En una de las pechinas había una joven de no más de 20 años vestida de amazona griega portando una larga lanza en su mano derecha. Su pelo era moreno y ondulado y sus ojos eran grandes y grises. Un búho voló hacia ella y se posó en su otro brazo.
- Ahí estás - dije.
- La sabiduría es difícil de encontrar, Phoenix Slayer.
Apunté con el arco. No confiaba tanto en mis dotes de arquera como para acertar a un punto tan alto como aquel, pero quería intentarlo, al menos para asustar a la diosa.
Disparé una flecha de rayos Yin. Atenea pareció haberse sorprendido por lo que saltó hacia la otra pechina de la cúpula. Por lo menos el tiro lo hice bien.
- Vaya ~ no me acordaba de la herencia de ese poder de Onmyo. Muy bien.
Atenea susurró algo a su búho y este asintió. El animal se lanzó contra la pared de la cúpula y, para mi sorpresa, la atravesó. Quedó un agujero del cual la diosa salió.
- ¡No te escaparás! - grité - ¡FUEGO Y SANGRE!
De mi colgante salieron mis dos dragones. Me subí al blanco y atravesamos el agujero. En ese momento estábamos en el exterior.
Desde allí  arriba se veía todo: el resto de torres de la fortaleza, las casas de alrededor, la explanada nevada, los lagos y montañas del fondo y el cielo crepuscular.
- Ksó... ¿cuánto tiempo hemos estado aquí? - murmuré.
- Yo que tú no me distraería, Phoenix Slayer.
Atenea estaba a unos metros de mi espalda cuando mandó a su búho que esta vez se abalanzase sobre mí. Si el búho era capaz de atravesar la gruesa pared de la cúpula más importante de Caetoneko, imagínate un cuerpo de sacerdotisa. El dragón del Yin se abalanzó y bloqueó el ataque mordiendo al búho. Este último se hizo polvo dorado, pero mi dragón había recibido de lleno el impacto. Hizo un par de ruidos como de cariño hacia mí, se disolvió y volvió a mi colgante. A consecuencia de ello, el dragón del Yang hizo lo mismo porque no pueden vivir el uno sin el otro.
- Gracias - dije dando un beso al amuleto del Yin Yang.
Como ya no tenía ningún dragón sobre el que estar sentada, me caí de culo.
- Jajajajaja - rió cruelmente Atenea.
Me levanté rápidamente y volví a apuntarla con el arco.
- Ahora estás mucho más cerca de mis flechas, bruja.
- ¿Me llamas a mí bruja? ¿A mí, Atenea? Podrías llamarme diosa de la sabiduría, de la estrategia de combate, de la civilización, de las artes, de la justicia y de la lógica. Pero ¿bruja? ¡Es un insulto!
- (Já~ si supieras lo que tengo que oír yo~) ¡El caso! Te guste o no... Adiós, bruja.
Disparé con rayos del Yin otra vez pero Atenea desvió mi flecha con su lanza a pesar de los poderes del Yin que llevaba.
- A esta fuerza y a este movimiento... Perfecto. Es muy efectivo - murmuró Atenea.
- ¡¿Qué dices?!
- Soy la diosa de la sabiduría y estrategia de combate. Sé exactamente cómo defenderme de tus ataques - Atenea sonreía mientras yo gruñía de ira. Continuó - Y lo mejor de todo... ES QUE SÉ COMO ATACARTE PARA DERROTARTE.
Esta vez la diosa fue quien se abalanzó sobre mí dispuesta a atravesarme su larga lanza. Tiré el arco y a duras penas pude sacar mi katana para desviar el ataque. Atenea volvió a atacar pero la bloqueé. Nos quedamos lanza contra katana y la diosa fijó sus ojos en mi arma.
- Vaya ~ Asique esta es la famosa Guesshoku~ Muy bonita~
Empujé a Atenea hacia atrás y la ataqué, pero esta logró bloquearme. Estuvimos un rato chocando armas hasta que me di cuenta de que Atenea estaba prediciendo mis movimientos. Paré en seco, me eché metro y medio hacia atrás y me puse en guardia. Jadeaba de cansancio mientras que Atenea no parecía para nada cansada.
- La probabilidad y la estadística funcionan muy bien en ti. Sé cómo eres.
- No tienes... ni idea... de mí...
- ¿No? ¿ Por qué crees que reparto mis energías tan bien? Te conozco Akame Scarlet Targaryen. Te observo desde el mismísimo Cielo. Eres una semimortal muy interesante ¿sabes? Me gusta conocer. Me gusta ver la Tierra y conocer a todos los seres que habitáis allí. Pero, mujer, tú eres muy interesante.
- Asique tengo una fan. Sugoi~
- Jajaja...
- No voy a perder contra ti. Tenemos que deshacernos de todos vosotros para que Caetoneko vuelva a estar en paz.
- ¿Paz? JAJAJA Nosotros les estamos ofreciendo la verdadera PAZ. Es por su propio bien... Si nos adoran a nosotros, serán más sabios y fuertes ¡¡Seré su nueva patrona!!
- No lo hacéis por su propio bien, lo hacéis por ambición y capricho.
- ¡Y QUÉ SABRÁS TÚ! ¡TÚ NO SABES LO QUE ES LA PAZ! Eres una mestiza entre humano y elfa, eres una huérfana y no tuviste más remedio que viajar a Japón para ser una triste sacerdotisa condenada a la lucha contra demonios ¡QUÉ SABRÁS TÚ DE LA PAZ! ¡Si te busca el mismísimo Ejército Chino desde que naciste! No~eres~nada~.
- ...
- El poder que tienes del Gran Fénix Legendario no te corresponde a ti. No te lo mereces, Akamecita~ Cuando te derrote pasará a mis manos y lo cuidaré bien. Yo soy quien debe custodiar el poder del Fénix ¡Seré la Palas Atenea Partenos Niké más poderosa de todos los tiempos!
- ... Ni muerta.
La ataqué con mi Eclipse Lunar pero volvió a bloquearme. Ya iba a volverla a atacar cuando de pronto me pegó en la tripa con su rodilla. Caí al suelo boca arriba gimiendo de dolor.
- Reclamo lo que me pertenece - sentenció Atenea alzando la lanza.
Ya iba a clavármela cuando de pronto... mi sangre comenzó a arder. Muchas llamas de fuego me rodearon y quemaron las piernas de Atenea. La diosa retrocedió sin saber lo que era. Cuando volví a abrir los ojos, estos ardían. Estaba a cuclillas, sin el hakama y con la parte superior del traje de miko hecho con llamas. Se me había recogido el pelo con una coleta, mi colgante se había transformado en dos dragones y mis sandalias se volvieron moradas y con plataforma y mi katana estaba echando llamas... ahora era la Nisshoku.
- Asique este... es el monstruo que vi aquella vez... - comentó Atenea.
Alcé a Eclipse Solar y me lancé contra ella pegando fuertes y rápidos mandobles. Atenea se estaba defendiendo a duras penas.
- ¡Mierda! ¡No....! ¡NO PUEDO PREDECIR AHORA!
Seguí atacando sin ningún tipo de descanso y al fin conseguí cortarla el pecho. Atenea cayó de espaldas al suelo gritando de dolor. Ya la iba a cortar en dos de arriba a abajo pero la diosa me bloqueó con su lanza. Forcejeamos la una contra la otra hasta que el ardor de Nisshoku quemó la vara de la lanza hasta que se partió.
- ¡NOOOOO! - gritó Atenea.
Y así despedí todas las llamas que pude contra ella que la fueron quemando la piel poco a poco y volví a intentar mi ataque con Nisshoku. Esta vez fue un éxito. La corté en dos y lancé una estocada contra su corazón. El suelo arquitectónico se inundó de icor dorado de la diosa de la sabiduría.
Lo que quedó del cadáver de Palas Atenea subió a los cielos y me encontré sola. Caí y me llevé las manos a la cabeza. Esa no era yo... esa era un monstruo sanguinario que estaba intentando controlar con todos mis medios. Cada vez que intentaba volver a ser yo misma me dolía más la cabeza.
No pasó mucho tiempo hasta que sentí que una mano me tocó el hombro izquierdo y ya iba a saltar a acuchillar a quien quiera que fuese, pero el poder de esa mano era cálido y tranquilizador... mi cuerpo no pudo evitar relajarse hasta que cerré los ojos y mi sangre dejó de arder. Había vuelto a ser yo misma.
Caí en el regazo de Akane.
- No te levantes de ahí. Necesitas descansar - dijo la ninfa.
Cogió una cantimplora y me la acercó a los labios. Bebí el agua que mejor me había sentado en mucho tiempo.
- Gracias, Akane-chan - agradecí.
Me fijé en que su camiseta estaba toda rasgada por pequeños cortes y su coleta estaba bastante deshecha. Parecía que había tenido problemas con Deméter, pero ahí estaba, la había vencido.
- ¿Qué tal con Deméter? - pregunté.
- Bien. Sí...
Lo dijo con tan melancólica expresión que vi que tenía algo que contarme.
- Veo que Atenea ha sido dura contigo - añadió.
- Dijo un par de burradas sobre mí, pero no fue nada.
Akane me miró con esos ojos tristes. Recordé cuando nos contábamos todas las cosas en el Templo del Gato Negro. Recordé cuando éramos inseparables y pensé que no quería volverla a perder como amiga... porque era estupenda. La sonreí y esta me devolvió la sonrisa comentando:
- Espero que los demás estén bien. Faltan pocos enemigos por vencer.
- Me alegro~
- A propósito, Akame-chan... Tengo algo que contarte sobre mi madre.



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