sábado, 21 de marzo de 2015

Tsubaki Vs Afrodita

- Esa zorra de Afrodita... ¿dónde puede estar?
Desde que entraron en la sala del trono, lo único que había hecho Tsubaki era caminar en medio del caos y atravesar su lanza Hebi (Serpiente) a un par de criaturas extrañas . No veía a ninguna diosa del amor a la vista (¿lo sería ella?)
Tsubaki no podía seguir así, caminando inútilmente. Era una de las sacerdotisas más fuertes de Japón, tenía que hacerse valer y superar Kikyo... y también a mí. Por ello, lanzó un enorme suspiro y sacó el talismán de papel de la Serpiente para sacar a su shikigami preferido... su famosa mascota.
Lo invocó y de los kanjis y dibujos del papel salió su enorme serpiente.
- ¡¡Shikigami, busca a Afrodita!!
La serpiente siseó y se quedó un rato paralizada, pero como un rayo reptó... había encontrado algo. Tsubaki la siguió hasta que pararon justo enfrente de una concha.
Una gran concha de mar en medio del salón del trono, lo más normal del mundo. Tsubaki reaccionó:
- ¡Estás loco! ¡Esta no es! ¡Es una simple... ostra para los sushis!
La dueña del shikigami iba a llamarle inútil cuando, de repente, la concha tembló y comenzó a abrirse. Tsubaki se puso en guardia con su lanza y observó atentamente lo que la ostra estaba dejando al descubierto. En cuanto esta se abrió completamente, se puso en pie una joven de unos veinti y pico años, rubia platino, de ojos azules que iban cambiando de tonalidad a ratos, una piel suave y blanca como la porcelana, unas mejillas rosadas y unos labios ligeramente carnosos y coloridos con un rosa un poco más fuerte que el de las mejillas. Era esbelta. Sus manos eran finas y delicadas. Vestía con un corto y  fresco traje griego de distintos rosas que enseñaba su ombligo, sus piernas y un escote demasiado perfectos como para que un hombre no se fijase.
La chica miró a Tsubaki y puso una mueca de asco:
- Ekks...
Tsubaki cambió su expresión de sorpresa a una de furia.
- ¿ESO QUÉ QUIERE DECIR?
La chica se acarició la cara a sí misma y toqueteó sus labios de forma seductora.
- Querida... al menos no lo haces tan mal como otras...
- ¿A QUÉ TE REF...?
- A ti, por supuesto. Eres mona, sí~ pero mírate... tienes un color de piel muy sucio, deberías bajar unos kilitos~ andas un poquito rechonchita~ y .... estás... literalmente... PLANA! ¡pareces una de las tablas de surf de Poseidón! Ese maquillaje es demasiado exagerado y poco natural... ¿te crees una actriz de la Commedia dell' Arte italiana? ¡Por no hablar de tu pelo! Te lo has recogido porque sabes que está seco y lleno de nudos ¿a que sí?
- CÓMO TE ATREVES - Tsubaki estaba roja de furiosa cuando de pronto se soltó el pelo. Tiró el coletero de colas de serpiente por los aires y gritó:
- ¡MI PELO SIEMPRE SE LAVA EN LA MEJOR LAGUNA DE FUKUI!
- JAJAJAJA Dioses, querida~ ese sucio charco no es comparable con las famosas termas romanas. Eso sí que es vida, querida~
- ¡Maldita friki de la Antigüedad...! ¿Eres tú la diosa Afrodita?
- Diosa del amor, de la belleza y del deseo~ Mucho gusto ;D
Tsubaki gruñó y gritó a su mascota:
- ¡NO TENGAS PIEDAD CON ELLA, SHIKIGAMI!
La serpiente se lanzó contra la diosa dispuesta a comerse su cabeza, pero la ostra sobre la que estaba se cerró y la serpiente se dio de morros contra la superficie.
- Zorra... - maldijo Tsubaki. Corrió hacia la concha de Afrofita y se abalanzó sobre esta con Hebi para atravesar la superficie del molusco con su lanza, pero fue incapaz. Tsubaki pegó tajos y tajos pero no consiguió partir nada - ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE! ¡MUERE, COBARDE!
Tsubaki, tras 434394 intentos se cansó. Jadeaba cansada mientras miraba la concha. Una gota de sudor resbaló sobre su mejilla y descubrió que el poder de la concha era de poder divino, mágico, celestial... algo que sabía cómo perforar... algo que ninguna sacerdotisa sabía hacer, ni siquiera Kikyo.
- Es más fácil que cortar el Miedo como hace Nurarihyon-sama - comentó con una sonrisa maliciosa.
Tsubaki puso su lanza en posición para lanzar una estocada ayudada por la fuerza de gravedad. Elevó un poco los brazos y luego los dejó caer mientras conjuraba algo en un idioma mágico y antiguo... Yo ignoraba su existencia, y más su significado, pero de la lanza comenzaron a salir rayos oscuros... logrando así que se abriese un agujero en la concha de Afrodita. Tsubaki saltó hacia atrás y dejó caer sus pies al suelo. Oyó desde el interior de la ostra:
- ¡NIÑAAAA! ¡NO TOQUES MI CONCHAA! ¿QUÉ LE HAS HECHO A LA POBRECITA MÍA?
Afrodita asomó la cabeza sin pensar en las terribles consecuencias. Tsubaki sonrió y su mascota supo qué hacer. La enorme serpiente se lanzó contra la cabeza de la diosa del amor y la belleza y se la comió de un mordisco. La cabeza de pelo rubio se fue transformando en espuma de mar dorada dentro de la boca del shikigami y subió a los cielos mientras que del resto del cuerpo salía icor dorado en la parte del cuello.
- Yo soy la verdadera reina de la belleza. No lo olvides - murmuró la sacerdotisa.
Tsubaki lanzó su lanza como si fuera una jabalina y atravesó la caja torácica de Afrodita haciendo que el cuerpo se convirtiese poco a poco en espuma dorada que subió a los cielos también.
Nadie debía ser más guapa que ella. Ni Kikyo, ni Akane, ni Blue ni yo podíamos ser más perfectas, además de que tenía que ser más poderosa que ese tal Rei del Tártaro.
"¿Cuántos novios has tenido?" - le dijo una voz infantil dentro de su mente.
- ¿EH? ¿QUÉ? ¿¡Qué es eso!?
"¡Aquí! Estoy en tu cabeza, en tu oscura conciencia..."
- ¡CALLA Y LUCHA!
"No hace falta... No puedo luchar... al fin y al cabo, soy un dios menor"
- ¿Quién eres, maldito? ¡MUÉSTRATE!"
"¡Imbécil! ¡YO NO ME MUESTRO A NADIE!"
- Eres un criajo muy petardo...
"¿Llamas petardo al Amor? Lo que me faltaba tener que aguantar de ti..."
- ¡¿Amor?!
"¡QUE SÍÍÍ! Mira, Domadora de las Serpientes... Soy Cupido, el dios del Amor e hijo de Afrodita ¡Sí! ¡Fea sucia! ¡Soy hijo de esa persona tan maravillosa que has matado cruelmente tú, tus compañeros y los sucios rebeldes!"
- ¡VETE DE MI CABEZA AHORA MISMO!
"MUAHAHAH Es normal que el Amor te atormente la mente~ Pero... tranquila~ No me gusta tener que estar mucho tiempo metido en mentes tan sucias y oscuras como la tuya."
Tsubaki se limitó a gruñir esta vez.
"Ahora... te enterarás. Vengo a castigarte por el mal que has hecho ¡Has tratado mal a las personas, a tus propias compañeras de Templo! ¡Las has echado maldiciones de Amor! Y por si eso fuera poco... ¡Te has tomado la libertad de matar a mi madre, la diosa de la belleza! Te crees la diva de las dimensiones... y eres lo que eres... ¡una niña amargada sin mojar el churro! No tienes perdón de dioses... Te condeno, Tsubaki Hebi de la Tierra."
Después de ese discurso, sintió la cosa más extraña que le había pasado en la vida. Notó una presencia detrás de ella que no consiguió ver... solo pudo distinguir la silueta de un bebé armado con arco y flechas que estaba sonriendo maliciosamente. En medio segundo, sintió que le habían disparado una flecha a su espalda. Al principio dolía mucho... pero fue moderándose hasta que ella, de forma muy extraña, se sentía más relajada que nunca. Tenía una llamativa cara de tonta y, en cuanto se dio cuenta, frunció el ceño y gruñó enfadada.
- ¿Amor? ¿Yo? ¡TONTERÍAS!
Sin embargo, su corazón latía de otra forma.
Procuró encasquetarse en la cabeza que lo único que quería era seguir con el plan de superar a Kikyo como sea... Una Kikyo que posiblemente podría caer muerta tras su batalla contra Apolo y Artemisa.

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