lunes, 6 de abril de 2015

Abbadon Vs Zeus

Zeus era experto en llamar la atención.
Su pelo y su larga barba eran blancos como las nubes, sus ojos eran azul cielo y, con ellos, el dios de dioses daba a entender que nadie podía acabar con él. Él era el más poderoso. Él lo tenía todo. Él era el Rey del Olimpo, y nada ni nadie podía derrocarle, por ello llevaba una corona de hojas frescas de laurel para decorar su larga melena albina. Vestía con una toga blanca enseñando medio pecho. Era una mezcla entre un anciano y un culturista con una musculatura muy marcada. Lo más importante de todo era que medía unos tres metros de altura y nos miraba con furia. Podía hacernos rebeldes a la brasa con solo acercarnos el gran Rayo luminoso que tenía en su mano derecha. Es muy difícil dar más detalles...
Teníamos todas nuestras esperanzas puestas en Abbadon. Podía percibir en él un aura de poder y superioridad parecido al de Zeus, pero Abbadon era tranquilo y agradable, no agresivo y destructor.
- Ríndete, dios del Olimpo. Libera a todos los presos y a los reyes y márchate. Así evitaremos más enfrentamientos.
- JAJAJA Arcángel Abbadon Azrael, viejo amigo... Necesito este castillo para comenzar una nueva era para mi gente. Necesitamos que regrese una nueva civilización que crea en nosotros. Necesitamos traer aquí a la Nueva Grecia.
- Nadie va a adorar de forma honesta a unos dioses que matan familias. Y tampoco necesitáis ni otra Grecia ni otra Roma para sentiros vivos ¡los humanos de la Tierra os siguen recordando! La memoria es la vida más importante, más que la adoración incluso.
- Eso lo dirás tú, que todos los caetonekianos te adoran. Pero cuando llevas siglos siendo considerado un simple personaje "mitológico" te das cuenta de la miseria en la que vives. No... No sabes nada de lo que siento, Abbadon. No sabes nada. Siento rabia, siento ira... ¡he sido humillado por el Dios cristiano! Le demostraré de lo que soy capaz... ¡DEMOSTRARÉ A TODAS LAS DIMENSIONES QUIÉN ES EL VERDADERO DIOS!
- Zeus, eres antropomórfico. Tienes las cualidades de los humanos. Con esa naturaleza es imposible que seas superior a todos los seres de la existencia.
Zeus lanzó un rayo contra el suelo. El parqué de piedra se hizo todo añicos y grietas. Vi innecesario ese gesto, pero al volver la vista a los rebeldes, contemplé que estos estaban temblando. Tenían miedo.
- Con mi Rayo... puedo hacer lo que sea - añadió el dios.
Era horroroso. Cuando estaba en el Templo del Gato Negro, estudié mitología griega. Aunque fuese muy poco, sabía que los dioses del Olimpo eran poderosos, pero también muy humanos.
Aquella expresión de "puedo hacer lo que sea" no es algo que un dios suela decir, sino un hombre. Se me escapó de la boca:
- Realmente parece humano.
Zeus pareció haberme oído porque me miró. Gruñía mientras las pupilas de sus ojos se volvían más pequeñas.
- Tú... venciste a mi hija favorita, a Atenea. Pero, tranquila, cuando te mate y consiga el poder del Gran Fénix Legendario se lo regalaré junto con tu cabeza.
Nura, que estaba al lado mío, sacó a Nenekirimaru. Zeus le miró y sonrió.
- Oh~ ¿O debería matarte a ti primero por lo de mi mujer?
- DEJA EN PAZ A MIS NAKAMAS - espetó Rei - Y DEVUELVE A LOS PADRES DE MI BLUE-CHAN.
Blue sacó a Korimuzu. La hoja de la daga brillaba con una luz tenue de color azul.
- También devuelve a la hermana de William y Esmeralda.
Zeus miraba a todos los que intervinieron y rió. A continuación dijo:
- JAJA! ¿Os referís a... estos?
El Rayo que sujetaba con su mano se hizo más grande y provocó cuatro relámpagos justo arriba en el techo. Aparecieron un hombre de pelo azul oscuro vestido de rey, una mujer de pelo agua vestida de reina, un mayordomo rosa y una nekogirl vestida de campesina de pelo negro azabache y corto. Estaban encadenados.
- ¡JADEEEEEEE! - gritó desesperada Esme. 
Se bajó del caballo y se adelantó un poco hacia Zeus pero William interpuso su brazo en el camino de su hermana. Esmeralda frenó y abrazó muy fuerte el brazo de Will.
- Acabaré con todos vosotros de una vez - decidió Zeus mientras su Rayo nos amenazaba de forma peligrosa.
- Antes tendrás que vencerme - dijo Abbadon.
La figura del arcángel más querido entre los nekos se iluminó con una luz dorada y en su mano derecha apareció una espada medieval bastante fina y ligera. El mango era dorado y la hoja despedía luz amarilla. A la cintura de Abbadon, apareció una funda negra con una piedra amarilla con forma de dragón, justamente como la roja de mi Guesshoku y la azul de la Korimizu de Blue.
- El cielo te espera, Zeus, Padre de los dioses y de los hombres. Mi Excalibur ganará a tu Rayo.
- ¿Excalibur? ¿No es...? - traté de preguntar.
- La espada del Domador del Dragón Amarillo - respondió Abbadon. - Lo hablaremos más tarde, Akame.
- ¿Con ese punzón luminoso piensas vencerme? JAJAJA
Abbadon se adelantó más hacia el dios. 
- ¿Tienes miedo? - hizo una pausa y se volvió hacia Blue, Will y Esme - Vosotros id a por los que están allí arriba, yo me ocuparé de él.
Blue, Will y Esme cogieron sus armas pero no supieron qué hacer para llegar hasta arriba. Kikyo les hizo unas señas y apuntó con su arco. Disparó y su flecha de luz celestial rozó las cadenas. En cuanto estas tocaron la luz, se desintegraron y los cuatro presos cayeron. Esme cogió a Jade, Will al mayordomo, Blue a su madre y Rei corrió a toda prisa para coger al rey de Caetoneko. 
- ¡Jade! ¡Jade! - decía Esme a su hermana que estaba inconsciente. 
Will se acercó y la abrazó.
- Vive, por favor...
Zeus les vio y cargó su Rayo. Abbadon voló hacia él e intentó cortar el brazo que sujetaba el Rayo, pero solo le hizo una raja que sangraba icor. Zeus le miró y gruñó:
- No te metas en mi camino, estúpido.
Abbadon se abalanzó sobre su cara y le cortó la nariz. Zeus puso una mueca de espanto mientras el icor salpicaba su piel. El dios se puso en serio y lanzó varias tempestades al arcángel. Por un momento pensé que sus alas le iban a fallar y se iba a caer, pero Abbadon era fuerte... siguió adelante esquivando rayos y pegando tajos al dios gigante.
A mis ojos, la Excalibur era preciosa y funcionaba de maravilla contra Zeus. La espada del Domador del Dragón Amarillo era la tercera arma de los Dragones que veía con mis propios ojos, y no solo eso, también podría ser mi espada porque los domadores del Dragón Amarillo eran los miembros de la Familia Targaryen, la familia de mi madre ¿Cómo podía Abbadon tener la espada de mis antecesores maternos?
Akane corrió a ayudar a los que habían sido secuestrados para curarles. Yo permanecí quieta observando la batalla entre los dioses. Abbadon tenía una situación difícil. Repartiendo pequeños tajos no iba a ganar nunca. Dirigí la mirada a Nura y recordé algo muy importante. Le susurré:
- La clave está en no creer en ellos.
Nura me miró con los ojos como platos. Lo había entendido.
Nos acercamos a los demás y fuimos murmurándoles lo mismo, estos, a los que nos quedaban más lejos, y así sucesivamente. Todos volvimos a mirar a Zeus, pero ya no con miedo ni con rabia, sino con la mayor indiferencia posible.
- La clave está en no creer en ellos - dijo León, el pequeño nekoboy.
Varios rebeldes más murmuraron una y otra vez lo mismo. Zeus nos miró como dándose cuenta de lo que estábamos haciendo. Habíamos invocado el peor enemigo de todo dios: el ateísmo. 
Ante nuestros ojos vimos que Zeus ya no parecía tan poderoso, ya no era un anciano culturista con un Rayo en la mano... fue poco a poco convirtiéndose en un anciano con una vara luminosa como las lámparas fluorescentes de los vestuarios de la piscina del Purgatorio. 
Abbadon sonrió, parecía que se iluminaba más e iba más rápido. Se movía con mayor agilidad que antes y consiguió llegar al pecho de Zeus. Cogió la Excalibur y se lanzó como una estrella fugaz a la zona del corazón del dios. Le clavó la espada todo lo hondo que pudo. 
El cuerpo del dios del cielo se envolvió entre rayos y centellas. Parecía que él mismo se estaba electrocutando con su Rayo. Sangraba icor a lo bestia y perdió el equilibrio.
- ¡N-NOOO! - gritó.
Cuando pensábamos que se iba a caer, Zeus se desintegró en polvo dorado. Poco a poco fue subiendo a los cielos. Oímos murmullos, unos como de rabia y de odio pero, para mi sorpresa, hubo otros de gratitud y de alegría. No entendía casi nada pero, por muy increíble que pareciera, las batallas habían acabado. Habíamos GANADO!
Los rebeldes se abrazaron unos a otros y gritaron de alegría. La magia sanadora de Akane hizo volver la consciencia a los que había sido secuestrados.
- ¿C-Cariño...? - preguntó la madre de Blue, la reina de Caetoneko.
- ¡Síí´! >3< 
Se abrazaron y el padre se unió. Este levantó un poco la cabeza y miró a Rei:
- Gracias, yerno~
Rei se sonrojó y se llevó la mano al pelo. Era la primera vez que veía a Rei de aquella manera.
Jade abrió los ojos. Eran verdes como los de Esme, de hecho, ambas hermanas eran IGUALES excepto en su corte de pelo. Esmeralda y William la abrazaron.
Por fin había llegado la paz. Kikyo, Akane y Tsubaki me rodearon.
- ¡Qué alegría! Este mundo vuelve a estar en paz - comentó Kikyo.
- ¡Por fin podremos volver a casa! - exclamó Akane. Tenía un aura diferente, más segura de sí misma... y más poderosa.
- Sí... A casa - añadió Tsubaki con cara larga. Supuse que no le hizo gracia que Apolo volviese al cielo.
Las sonreí. Me volví hacia donde estaba Abbadon. A pesar de su gran hazaña nadie había ido a hablar con él excepto Dante.
- Gracias, arcángel-sama - agradecí.
Abbadon me miró con sus ojos azules, tan resplandecientes como siempre.
- A vosotras, Akame. Sin vuestra ayuda no lo hubiéramos conseguido.
Los rebeldes miraron a Abbadon y corrieron hacia él. Le levantaron y le llevaron gritando:
- ¡Viva el dios Abbadon Azrael! ¡Hip, hip! ¡HURRA! ¡Hip, Hip! ¡HURRA! ¡Hip, Hip! ¡HURRA!
Dante y yo sonreímos.
- Voy a vigilarle para que no acabe en el fondo de un lago - decidió mientras seguía la muchedumbre. En realidad quería unirse a la fiesta.
A un par de metros estaba Nura. Nos miramos de lejos pero no nos acercamos el uno al otro. Akane, sin embargo, corrió hacia mí y me abrazó.
- ¡Qué bien! ¡Tenemos que vernos en la Tierra! ¡Tengo TAAANTAS cosas que contarte! Desde que sé lo de mi madre me siento nueva... libre... 
Me reí como una loca. También me sentía libre por fin. Por fin iba a volver a casa. Por fin podía volver a la Tierra en primavera y ver los cerezos en flor. Por fin íbamos a estar el Templo del Dragón Rojo y yo.
En un abrir y cerrar de ojos sentí un aura extraña. La sensación de alegría voló como un pétalo de flor de cerezo al viento. El ambiente se volvió gris y oscuro. La sensación más malvada y oscura se abrió paso entre nosotros... una sensación más oscura que la sombra de mi primi Rei... que se había posado justo detrás de mis talones.
Había un agujero. Un profundo agujero enorme sin ningún tipo de fondo visible que absorbía todo lo que veía a su paso... y me estaba llevando a Akane y a mí.
- ¡AKAME-CHAN! - gritaron varios, pero la voz de Nura fue mucho más fuerte.
El vórtice nos estaba arrastrando. Nura corrió hacia nosotras y apartó a Akane de un empujón, el empujón más grande de la historia. Me agarró fuerte del brazo pero era demasiado tarde... Habíamos entrado de lleno en el agujero. Nura consiguió agarrarse al borde con tan solo tres dedos de una mano, con la otra me agarraba con fuerza.
- ¡AKAME-CHAN! ¡NURA-KUN! - oí con la voz de Rei. Parecía acercarse.
Nura estaba aguantando el peso de los dos, pero no iba a soportarlo por mucho más tiempo. Tus tres dedos iban a resbalarse en 3... 2... 1...
Nos soltamos de Caetoneko y fuimos absorbidos por el agujero negro.
Oí de fondo:
- ¡OS SACARÉ DE AHÍ, NAKAMAS! ¡LO JURO!
Y Nura y yo caímos a la oscuridad del vacío.



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