sábado, 27 de junio de 2015

La puerta al Tártaro

- Te digo que es por aquí, sombra pesada.
- ¡Eso dijiste hace un buen rato y no hemos encontrado ninguna puerta, perro sarnoso!
- ¡Ni se te ocurra llamarme así una sola vez más, que yo no hablo de esos  pelos de emo que llevas!
- ¡Eh! ¡Dejad de pelearos ya! ¡Así no vamos a llegar a ninguna parte!
- ¡No te entrometas, Señor del Pandemonio!
Me volví a llevar la mano a la cabeza. Era la decimoctava vez que Rei y Cerberus discutían.
Cuando Némesis consiguió despertar a Cerberus, pensé que sería un error liberarle de las cadenas; sin embargo, para mi sorpresa, no se presentó hostil hacia nosotros a diferencia de los otros encuentros anteriores en los que no hubiera dudado en acabar con nuestras vidas.
Al parecer, Cerberus estuvo trabajando y colaborando con los vampiros para conseguir el poder del Fénix, pero en cuanto supieron que había fracasado, le apresaron. Entonces, como Némesis parecía llevarse bien con él, le liberó y le pidió que nos llevara al Tártaro con él, aunque a Rei no le gustase la idea.
- ¿De qué os conocéis? Por curiosidad~ - les pregunté para intentar cambiar el ambiente.
- Desde hace varios cientos de años, Phonix Slayer - respondió Cerberus.
- En el Inframundo Dante-kun, Némesis-chan, él y yo somos un grupo que lucha contra los demonios que se escapan del Infierno y se iban a otras dimensiones. Bueno... LUCHÁBAMOS.
Cerberus miró para otro lado.
- Estoy harto de vivir encerrado en este mundo ¡Némesis-chan y yo no podemos cambiar de aires a diferencia de Dante-kun y yo! Es injusto...
- ¡Némesis-chan es guardiana, ya vivió lo suficiente! ¡Y tú eres el demonio del cerbero, del perro infernal, no puedes ir por ahí viajando entre dimensiones!
- Bleeeeeeeéj
- Además... eres un traidor. Te uniste a los vampiros para matar a mi nakama y así poder viajar con ellos para sembrar el caos.
- Qué caos ni qué caos... ¡Yo lo único que quería era ser libre! ¡Y no sabía que ahora te gustasen los humanos de la Tierra! Toda la vida dijiste que era seres inferiores y repugnantes.
- ... Recuerda que, durante mucho tiempo, era un completo idiota por... bueno, ya sabes que en mi hogar de origen no hay flores ni cosas bonitas. - Hizo una pausa y murmuró - desde que conocí a Blue-chan es todo tan diferente...♥
Me alarmó pensar en cómo podría haber sido Rei en su época de odio hacia los humanos. Supuse que en el Tártaro no había mucho amor hacia los mortales... "Pero bueno, todos tenemos un pasado" me dije.
En cuanto a Cerberus, comprendía que ver cielo oscuro con nubes rojas todos los días no era lo más agradable. Solo esperaba que algún día pudiésemos llevarnos bien.
- Mirad - intervino Nura, - lo bueno de esto es que hemos salido del castillo de Drácula de una pieza, incluso Akame-chan y yo hemos podido recuperar nuestras katanas.
- Y gracias que estaban en la sala de al lado - comentó Cerberus, - si no, me hubiera ido igualmente sin esperaros.
- ... Jjjjjjgracias~
Se hizo otro silencio, pero en cuestión de minutos Rei y Cerberus siguieron discutiendo mientras Nura y yo hablábamos.
- ¿Qué habrá sido de la juez de la muerte? - le pregunté.
- Ungh... no estoy seguro, pero dudo que nos siga. Yo... me preocuparía más bien por otras cosas...
- ¿Por ejemplo?
Nura miró a Rei.
- No creo que el pueblo de nuestro amigo vaya a ir en son de paz en cuanto nos los encontremos.
- ¿Te refieres a los otros demonios sombra?
Nura asintió. Coincidía con él en que iba a hacer falta luchar... como siempre... luchar...
- Tengo ganas de volver... - reconocí.
- Puff... no sabes cuánto echo de menos a mi Clan.
- Y yo a mi templo... ¡y a las otras sacerdotisas! Kikyo-chan deber de seguir protegiendo la Esfera de los Cuatro Espíritus con su vida... Y no sé cómo debe de sentirse Akane-chan después de que descubriese sus poderes cuando nos enfrentamos a los dioses del Olimpo en Caetoneko... dùh~
Se me escapó una lágrima. Cuando me di cuenta de ello, Nura se paró, me cogió me de la mano y me abrazó. Me sorprendí un poco... bastante x///x
- Volveremos a la Tierra y les veremos a todos, ¿vale? - dijo mientras me acariciaba la espalda. A pesar de esa cara tan demoníaca que tenía desde que pasamos los 7 Pecados Capitales (igual que mi aspecto de "Phoenix Slayer"), al menos me sentí un poco mejor.
- Nakamas - nos llamó Rei. Se acercó a nosotros, Cerberus se giró, echó a andar y le seguimos mientras Rei hablaba. - Después de que apareciese el agujero que os absorbió, Abbadon-kun y yo os hemos estado intentando localizar mientras Dante-kun acompañaba a Kikyo-chan, a Akane-chan y a la pendeja definitiva. Según me contó, todas ellas están bien, aunque Kikyo-chan, Akane-chan y el Maestro del Templo del Gato Negro están preocupados por ti desde lo que pasó, al igual que Blue-chan, Will-kun y Esme-chan en Caetoneko ¡Ah! ¡Se me olvidaba! Dante-kun también hizo una visita al Clan Nura. Tu Desfile Nocturno de los Cien Demonios casi se lo comía vivo, pero un tal Gyuki habló con él. Al entender la situación (más o menos), Gyuki-sama le dijo que estaba al mando provisionalmente hasta que volvieses, Nura-kun.
- xDx'' b-bien...
- Es aquí - anunció Cerberus.
Delante nuestra había una gigantesca puerta oscura hecha con hierro estigio. Estaba repleta de relieves relacionados con demonios de todo tipo como diablillos, youkais o vampiros, y la muerte en distintas religiones: el juicio de Anubis, la barca de Caronte, la "Divina Comedia", el proceso de reencarnación hindú, la muerte de Buda, entre muchos.
- Escuchad - advirtió Rei. - El plan que tenemos Abbadon-kun y yo era este, llegar al Tártaro, pero concretamente tenemos que llegar al templo que custodia el portal que no nos llevará a la Tierra, sino al mismísimo Cielo. El portal solo rescata a  aquellas personas o seres que se lo merecen de verdad, siempre y cuando el portal esté abierto y los demonios como nosotros seamos admitidos allí arriba.
- Y... ¿del Cielo podremos viajar a la Tierra? - pregunté.
- En efecto.
- No hay alternativa ¿no? ¡Pues vamos allá! - dijo Nura.
Cerberus abrió la puerta y se adentró entre las sombras más oscuras. Le seguimos y la puerta se cerró a nuestras espaldas. Luego, por enésima vez, caímos al vacío.




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