Al día siguiente; Aika, Miku y yo nos dirigimos al puerto de Tokyo para coger un barco a China. Creo que más que nunca echaba de menos a Kumato y a sus maullidos tan monos, pero lo conveniente era que se quedase un tiempo con Nura, al menos hasta que volviese del viaje.
En cuanto vi el barco en el que íbamos a estar me sorprendí. Era el barco más lujoso que había visto en mi vida: rojo con decorados de oro con forma de dragón y de plantas. Varios guardias nos estaban esperando, vigilando, a su vez, a los japoneses que pasaban cerca. Unos cuantos soldados de Japón estaban también allí por si acaso. Se notaba que, a pesar de la tregua, había una grave tensión y desconfianza entre los dos bandos.
Aika y Miku Targaryen me caían bien. Eran dulces y amigables con todos los pasajeros del barco, sobretodo conmigo. Durante las horas de viaje a la capital estuvieron hablándome de lo bien que lo íbamos a pasar dando paseos por los jardines imperiales y yendo a las fiestas, además de cómo iba a ser el diseño del traje cuando viese al emperador. Aun estando con ellas sabiendo que eran mis primas, se me hizo extraño. Hacía tiempo que me había concienciado de que no volvería a ver a mi familia de sangre.
Pensé en Nura. No le había gustado la idea de que me fuese unos días a China y la verdad es que le entendía, pero sentía la obligación de volver después de tanto tiempo... y darle la cara a la persona responsable de miles de muertes de elfos y de quienes les ayudaron, incluidos mis padres. Nura se había ido algo decaído el día anterior a mi viaje y me prometió que estaría atento al Clan hasta que regresase, además de que apaciguaría los ataques hacia humanos que organizaban los demonios por las noches y que cuidaría de Kumato el gatomate.
"Ayakashi-sama..." pensé. Aquella vez iba a ser la quinta vez que viajase en barco, pero también la primera en la que no iba a estar Nura.
El barco era infinitamente más lujoso que cualquiera de los barcos anteriores... el de China a Japón, el de Honshu a Hokkaido para enfrentarnos al Fénix, el de Japón a Siberia con Rei, Blue y Sesshomaru y el de la barca de Caronte en el Infierno.
- En nombre del Imperio Chino se les desea muy buen viaje, Akame Scarlet Targaryen y embajadoras Aika Targaryen Nanami y Miku Targaryen Nanami - dijo el capitán del barco. A su lado estaba el afamado general del ejército, Shang Li.
- Igualmente, Señor Capitán ºDº ^D^ - dijeron Aika y Miku.
El capitán, los marineros y los soldados se rieron. Tal vez mis primas fuesen demasiado amables y sobre todo inocentes. No descartaba entonces la posibilidad de que aquel viaje fuese realmente algún tipo de trampa en caso de que me negase a cualquier trato con el emperador chino.
No dormí bien aquellos días en el barco. Desconfiaba de cualquier persona que no fuese Aika y Miku. De hecho llevaba todo el rato en mi cintura mi katana.
Habían pasado ya tres semanas y pronto llegaríamos al puerto de Tianjin. A diferencia de los primeros días en los que me alimenté solo con comida que tenía a mano en el Templo y me la había llevado, había empezado a probar la comida que nos servían. Había llegado a la conclusión de que, si el emperador chino tenía ciertos intereses, aquellos soldados marinos no los conocían, y desde luego no recibieron órdenes de matarnos.
Sin embargo, tres días antes de desembarcar, iba caminando por el pasillo de los camarotes sola cuando de pronto alguien me agarró desde atrás y me tapó la boca. Mientras forcejeaba, el hombre me estaba arrastrando a la habitación donde estaban los trastos de la limpieza ¿Qué quería?
Cuando pareció distraerse por asegurarse de que había cerrado bien la puerta, le electrocuté con rayos Yin. Estos hicieron que me soltase. Saqué a Guesshoku y le amenacé. Él estaba aún paralizado por los rayos oscuros. Le observé y traté de reconocerle.
- ¿General Shang Li? - pregunté con el ceño fruncido.
- Agh... A-Akame...
- ¿De qué va todo esto? ¿Qué pretendías hacerme?
- Agh... Akame... N-No... - se reincorporó. - No quiero hacerte daño, ni pretendía... Tranquila ¿vale? Agh... Cómo has crecido y qué fuerza tienes...
Esa manera de hablar me resultó extraña.
- ... Ya, claro ¡HABLA!
- Agh... ¿No me reconoces...?
- ??? ... .... !??!!?
- Soy yo... Ann.
- !!!! ¡¿Ann?!
Ann fue el chico con el que estuve un año escapando del ejército chino cuando era muy pequeña. Gracias a él pude viajar hasta el puerto de Shangai y coger el único Barco que zarpaba hacia Japón. Fijándome más en Shang, después de que me dijese que era Ann, sí le reconocí, pero ahora era un hombre de casi 30 años.
- Sí, bueno, después de 13 años~ jeje...
- Pero... ¿Shaaaang Liii? ¿Y eres soldadooooo?
- Sí... puf... Han pasado muchas cosas... Además de hombre casado x_x
- Casado O_O ... o-oh... ¡¡Pero...!!
- Lo sé, lo sé... Es extraño. Verás... cuando te dejé en aquel Barco, el general del ejército me encontró y me cogió como sospechoso por ayudar a los elfos en cuanto le dije que conocía al Abuelo Fu. Al parecer, aquel Templo y la aldea en donde me crié desaparecieron... es decir, los jueces y los militares los acusaron de traidores y los aniquilaron. El general Li me propuso que hiciese una serie de pruebas, y si las superaba, sería su hijo adoptivo. Al superarlas bien... conseguí ser su hijo y cambié mi nombre por el de Shang. En cuanto a lo de mi mujer...
- Pero... Wow... wow... en serio... Esto sí que no me lo esperaba.... ¿Y sirves al emperador después de... todo?
- Al principio me parecía imposible, de verdad. Pero... tras los estudios de preparación y mi talento innato por la lucha - "qué chulo le quedó eso..." - ... me di cuenta de que servir al imperio es lo mejor que puedo hacer por mi honor. No es tan malo como lo pintan los elfos, en parte lo entiendo porque el emperador creyó oportuno su... exterminio, pero era porque muchos elfos son peligrosos para el imperio. Mira el lado positivo, Akame, los tiempos de persecución ya son historia y esas chicas que son tus primas son hasta embajadoras de Japón.
- No me creo que estés hablando de esa manera, Ann-kun... ("kun"... la costumbre) Los elfos no son peligrosos, la mitad de mi sangre es de elfo, mis padres eran inofensivos y la sociedad humana nos marginó... ¡Y muchas familias enteras de elfos fueron destruidas mientras eran inocentes! ¡El Abuelo Fu siempre lo dijo!
- El Abuelo Fu se equivocó, Akame. Y tú también lo estás haciendo "ajaponizándote" de esa forma. Recuerda que más allá de ser tan importante, eres parte del pueblo de China.
- No perdonaré al emperador, Ann... Nunca.
Enfundé a Guesshoku. Por alguna razón Ann se quedó en silencio mirando la funda de mi katana, como pensando en algo. Iba a salir de la habitación cuando él añadió:
- Soy Shang, no Ann; y mucho menos "Ann-kun"... Mira, no me arrepiento de haberte salvado cuando tenías tres años... El emperador se equivocó contigo y tu familia mágica. En el fondo lo sé... pero ahora las cosas han cambiado. No le tengas rencor...
Le miré.
- ¿Tan fácil olvidaste al Abuelo Fu y a tu aldea?
- ...
De mis ojos saltaron chispas. Ann/Shang se sorprendió.
- Me alegro de verte, Akame. Me alegro de que además hayas tenido el valor de matar a aquella bestia de Hokkaido. Me alegro de que hayas crecido a gusto a pesar de... todo...
- Si supieras...
Abrí la puerta y me fui. Desde aquel día no volví a hablar con el General Shang Li. Supongo que era lógico que pensase de esa forma después de esos años de entrenamiento y de adoctrinamiento... Oh, los mayores adoctrinan a los jóvenes cómo quieren. Los emperadores a sus soldados, los Maestros a sus sacerdotisas, los maestros de los clanes de demonios a los demás youkais... Aj.
Pasé la última noche en vela mirando la Luna. Pensaba en Kikyo e Inuyasha, en Akane con sus poderes de ninfa, en el Templo del Gato Negro, en el Clan Nura y el Señor del Pandemonio, en Hiroito en América, en Tsubaki donde sea que estuviese... Tal vez estuviesen contemplando la Luna también, incluso Rei, Blue, Dante y Abbadon... o Criis, Vero y Alberto.
- ¡Akame! ¡Akame! ^D^ ^D^ - exclamaron Aika y Miku.
Se acercaron a mí.
- Mañana estaremos por fin en tierra firme - dijo Aika.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó Miku.
- ... Bueno~
Aika y Miku se miraron preocupadas, y a la vez se mostraron comprensivas. Miku alzó la vista y sonrió.
- Qué Luna tan bonita ¿no?
Suspiré y miré atrás del fondo. Allí estaba Ann, Shang o cómo sea que se llamase, montando la guardia. Presentía que me miraba preocupado.
- Mañana desembarcaremos en Tianjin - dije. - Y después continuaremos el viaje hasta el palacio del emperador en Pekín.
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