martes, 26 de agosto de 2014

Consecuencias del paso del tiempo. La Llegada de Kikyo.

Era un día cuyo cielo estaba encapotado por nubes grises y llovía de forma torrencial. Recuerdo que estaba en la habitación con Akane haciendo ejercicios para relajarnos y controlar nuestro alma. "Scarlet, como el color de tu alma" oía en mi cabeza. Aquella frase de Hiroito se quedaría en mi memoria para siempre ¿Qué estaría haciendo él en aquellos instantes?
Una compañera de clases llamada Tsubaki  abrió la puerta de nuestra habitación repentinamente. Llegaba cansada, parecía que hubiera estado corriendo. 
- ¡Chicas! ¡Tenéis que venir abajo!
Akane y yo la miramos extrañadas pero nos pusimos de pie y la seguimos a la parte de abajo del Templo.
Abrimos la puerta principal y salimos afuera. El Maestro estaba mirando al horizonte. Todas miramos a donde él estaba fijando la mirada y vimos la figura de una niña que sostenía un bebé. Se estaba acercando. Cuando por fin llegó a subir las escaleras, la tuve en frente mío por primera vez. Era una chica de piel tan blanca como la porcelana y de pelo largo y liso más negro que el azabache. Llevaba un yukata totalmente blanco.
- Ayuda... - dijo con sus ojos oscuros mientras sollozaba.
El bebé que llevaba estaba llorando. Cuando el Maestro iba a decir algo, la niña se desmayó. Tsubaki la sujetó para que no se cayera y Akane cogió al bebé. 
- Yo cuidaré de ella - dijo Tsubaki.
Todos pasamos a la sala de curación del Templo. Akane se hizo cargo del bebé mientras que el Maestro y Tsubaki tumbaban a aquella chica en una cama.
- Está empapada - comentó Tsubaki.
Me sorprendió el comportamiento de mi compañera. Ella siempre fue muy fría y mezquina con todas... No me caía especialmente bien. Muchas veces se reía de mí cuando se me daba mal el arco y encima estaba extrañamente obsesionada con la belleza. Pero desde que esa chica apareció no hizo más que preocuparse por ella ¿a caso se conocían?
Pasó una media hora y la niña se despertó. La traje un vaso de agua por si quería beber y ella lo aceptó. 
- Konnichiwa ¿Cómo te llamas? - dije.
- Mi nombre es Kikyo - declaró después de beberse todo el vaso.
Giró la cabeza hacia Tsubaki y puso una cara alarmada.
- Tú eres...
Los ojos turquesas de Tsubaki brillaban de forma extraña.
- ¿Qué ha pasado?
El Maestro se acercó a nosotras y me acarició el pelo. Al parecer quería escuchar a Kikyo. Esta explicó lo sucedido:
- Vengo de la aldea Tenshi no Machi. Ayer unos demonios lobo nos atacaron y arrasaron todo el poblado. Mi hermana pequeña Kaede y yo fuimos las únicas supervivientes.
Tsubaki pegó un llanto. Yo puse los ojos en plato ¿el clan de Hiroito mató a gente? Eso explicaba lo del día anterior que me dijo: "Mañana va a llover... será el mejor día para cazar"
- N-no puede ser... ¡NO PUEDE SER! - decía Tsubaki llorando.
- ¡Tsubaki-chan! - gritó Akane.
Tsubaki gritó y salió de la habitación. Nunca la había visto así...
- No entiendo - declaré.
Akane de acercó a mí con la bebé Kaede.
- Tenshi no Machi es el pueblo de donde procede Tsubaki-chan. Fue una de las primeras de nuestra generación en venir aquí para estudiar técnicas espirituales porque sus padres querían que fuese sacerdotisa. Al parecer Kikyo-chan y ella se conocían ya de antes ¿verdad?
- Sí - afirmó Kikyo.
Sentí lástima por Tsubaki. No me caía bien pero empezaba a entender los motivos de su comportamiento. Tal vez su sueño no era ser sacerdotisa y era otra cosa distinta...
- Kikyo-chan, - intervino nuestro Maestro - ¿no tenéis a donde ir tú y tu hermana?
- No... - respondió llorando - no sabía a dónde podíamos ir... por eso vine aquí... Déjenos quedarnos aquí, Señor Maestro-senpai... Onegaisimasu...
Se levantó de la cama y se agachó formalmente ante el Maestro.
- ¿Tú y tu hermana queréis ingresar en la escuela de sacerdotisas?
- Sí, onegai.
- De acuerdo pues. Dormiréis en la habitación de Akane-chan y Akame-chan.
- Hajimemashite - dijo Akane sonrientemente pasando su brazo derecho por mis hombros. - Soy Akane y ella es Akame-chan. Esperemos llevarnos bien.
Siempre me sorprendió la fuerte amabilidad que mostraba Akane hacia los demás. Me preguntaba si siempre fue así de educada. Dirigí una sonrisa divertida a Kikyo. 
- Dozo yoroshiku... - respondió esta.
Al principio ella era algo tímida e inocente, pero al final se fue uniendo a nuestro grupo sin problemas. Kikyo era una chica simpática y amable como Akane pero tenía algo más que me encantaba: su dulzura y orgullo cuando hacía cada cosa en el Templo ya sea tender la ropa o preparar té. Era una gran amiga... nos volvimos inseparables.
Pasaron dos meses y Kikyo estaba como siempre cuidando de su hermanita mientras nosotras practicábamos tiro con arco. Técnicamente estaba en la escuela de sacerdotisas pero no asistía a las clases por no dejar sola a Kaede además de que su poder espiritual parecía la de una chica normal y corriente de pueblo.
- Parece divertido... - murmuró Kikyo.
Akane y yo la miramos. Creo que sabía en lo que estaba pensando Akane porque era lo mismo que estaba pensando yo: Kikyo quería disfrutar de las clases también.
- ¡Akane, es tu turno! - gritó nuestro Maestro.
- S-Sí... - respondió ella. Caminó dos pasos pero se paró y se volvió a Kikyo - ¿Quieres intentarlo por mí?
- ¡¿Y-YO?! Yo es que... nunca he...
- Prueba al menos n_n
Cuando Akane saca su sonrisa amable, nadie puede decirla que no. Kikyo cedió y esta se llevó el arco y el carcaj de Akane a la zona de tiro mientras que Akane se quedó con Kaede. El Maestro se sorprendió al principio pero no dijo nada al respecto. Tsubaki estaba mirando... todas las alumnas allí presentes también.
- Adelante, Kikyo-chan - dijo el Maestro.
Esta sacó una flecha del carcaj con rapidez y la colocó en el arco. Lo hizo con una perfección que ni yo misma pude lograr en meses. Estuvo un buen rato apuntando, se respiraba la concentración que estaba aplicando en aquel momento hasta que por fin disparó y lo sentimos... una fuerza espiritual enorme. La flecha dio justo en el centro de la diana. Fue asombroso... pero más asombroso fue el sentir de aquella fuerza espiritual ya que seguía allí, en Kikyo. Parecía como si tuviésemos al mismísimo Buda delante. El Maestro declaró impresionado:
- Kikyo, ponte el uniforme de sacerdotisa. Eres mi nueva alumna estrella.
A partir de ese momento, Kikyo asistió a todas las clases de sacerdotisa y en todas brillaba. Siempre sentíamos esa fuerza mística que irradiaba. Poco a poco ella fue madurando con más rapidez que todas nosotras... pasó de ser aquella chica llorona a una gran seguidora de las normas sin perder su espíritu bueno. Era una persona fantástica, sin duda.
Un día, cuando casi yo iba a cumplir 8 años, salí al bosque a practicar tiro con arco como siempre y a encontrarme con Hiroito (de hecho, nunca le comenté acerca de la aldea Tenshi no Machi... no quería romper mi amistad con él). Estaba caminando para adentrarme en el bosque pero Kikyo me vio y dijo:
- ¿A dónde vas tú siempre? ¿No sabes que el bosque es demasiado peligroso? Hay demonios.
- Voy a practicar tiro con arco. Tranquila, lo hago desde hace años.
- Entiendo. Ve con cuidado.
Me extrañé que Kikyo me dejase ir tan fácilmente, pero seguí adelante. Me quité la coleta dejando que mi pelo se soltase y llegué al sitio donde siempre quedaba con Hiroito. Él ya estaba practicando espada como siempre.
- ¡Buenas, Akame-chan!
- ¡Konnichiwa, Hiroito-kun! ¡Parece que estás muy motivado con la espada! n_n
- Sí... Ya tengo 8 años, necesito entrenar más duro para poder usar la técnica de la doble espada.
- ¿Doble espada? ¡Qué miedo!
De repente se me cayó el alma a los pies. Sentí la fuerza del poder espiritual de Kikyo y abracé a Hiroito. Este pensó mal porque se sonrojó, pero en ese momento no me importó y grité:
- ¡ESCUDO DEL YANG!
Aquellas palabras me salieron solas. Entorno a nosotros una bóveda de luz blanca apareció e hizo que una flecha, que iba directa hacia Hiroito, se cayese. Kikyo salió de detrás de un arbusto.
- ¡Maldita traidora! ¡Él es un demonio lobo!
Disparó otra flecha y otro escudo de luz se interpuso en su camino. Me di cuenta que me brillaba el colgante del Yin Yang ¿Será que estaba aprendiendo a usarlo?
- Akame-chan... ¿quién es esta loca? - preguntó Hiroito.
- Es mi amiga. Os odia por lo que le hicisteis a su pueblo hace años.
- ¿A su pueblo?
- ¡Sí! ¡Destrozasteis Tenshi no Machi! - intervino Kikyo.
- ¿Qué? ¡Nosotros nunca destrozamos ningún pueblo humano! ¡Solo nos alimentamos de animales, no de humanos!
Eso nunca supe de Hiroito ¿era un especie de anti-come-humanos y yo siempre pensé que cazaba a personas? Mi listón de cariño hacia él incrementó más.
- Entonces... ¿quiénes fueron...? - dijo Kikyo bajando el arco.
Nos quedamos en silencio. Nadie sabía qué clan era el causante de las lágrimas de Kikyo, Kaede y Tsubaki.
Llegó el crepúsculo de la noche y me despedí de Hiroito. Me debía una... Le había salvado la vida dos veces. Kikyo me prometió no decirle a nadie mi secreto de tener una amistad con él, algo muy raro por parte suya. Tal vez le cayó bien por ser "vegetariano" pero ella, al igual que yo, odiaba a los demonios en general. Sin embargo, ella me comentó que tuviese más cuidado y que la responsable de lo que pudiera pasar en un futuro era yo. Acepté sus condiciones sin pensármelo dos veces.
Cuando volvimos al Templo, vimos a Akane cuidando de la pequeña Kaede como siempre... al parecer Akane había dejado a un lado sus estudios para dedicarse a cuidar el Templo y a sus huéspedes. Al lado, estaba Tsubaki mirando al horizonte a través de la ventana con una mirada perdida.
- Estas son las consecuencias del paso del tiempo - dijo.




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