martes, 26 de agosto de 2014

La katana del dragón

Pasé unos maravillosos años en compañía de mis compañeras sacerdotisas, el Maestro Kuro e Hiroito. No conocía a muchos más, solo a algún que otro aldeano que venía de visita al Templo en busca de ayuda. Estuve practicando arduamente en el uso de mi colgante mágico. Descubrí junto al Maestro que ese colgante me otorgaba poderes del Yin Yang que podía usar para combatir contra el mal. Con el Yin podía descargar energía eléctrica de color negro y con el Yang escudos protectores. A parte de eso, tenía que aprender muchas otras tácticas las cuales ni el Maestro ni yo conocíamos.
Estaba a punto de cumplir 15 años y las cosas ya habían cambiado más de lo que yo quería. Cuando una aprendiz de sacerdotisa llegaba a la edad de 15 años, debía seguir su camino espiritual por sí sola, es decir, se iba de la escuela de sacerdotisas para siempre. También, tenía la opción de rediseñarse su traje pues este iba a ser objeto de identificación de la persona que lo llevaba. Por ejemplo, Tsubaki ya se fue el año pasado al cumplir los 15 y cambió su traje a color azul marino, además siempre iba maquillada. Alguna que otra vez venía de visita también pero, cada vez que pasaba más el tiempo, ella parecía más bien otra persona. La última vez que la vimos trajo una serpiente demoníaca y dijo que era su mascota, que ninguna nos preocupásemos. Siempre tuve un mal presentimiento acerca de lo que podría estar haciendo allí fuera.
Estaba en mi habitación probándome una túnica rosa. Me acuerdo de que aquel día me decidí por llevar algo rosa pero no sabía cómo exactamente. Lo único que sabía era que me sentía muy cómoda...
- Me siento como una flor de cerezo - declaré con una sonrisa.
Akane abrió la puerta de la habitación.
- Aquí tienes la katana que me pediste... ¿Estás segura de esto...?
Me volví hacia ella. Aún no me había puesto la parte de abajo del kimono pero no le di importancia. Me remangué las mangas rosas y le sonreí.
- ¡Sí! Déjamela en el suelo.
Ella hizo lo que le pedí. Era lógico que se extrañase pues ella cuando acabó la escuela de sacerdotisas nunca vio una katana de verdad. No se fue a ningún pueblo ni nada cuando acabó... decidió quedarse en el Templo para servir de ayuda al Maestro.
Estuve observando el artefacto cuidadosamente. Esa katana la había comprado hacía una semana en el centro de la ciudad de Tokyo pues Hiroito me había recomendado ese mismo modelo. La funda era toda negra y en el centro había un dragón rojo brillante que lo decoraba.
Me puse bastante nerviosa. Me puse la coleta más alta de lo habitual y me concentré. Akane estaba observando atentamente. Cogí y desenvainé. Vi que verdaderamente el sable estaba hecho de acero pulido con una empuñadura negra como la funda.
Hice un par de movimientos con ella. Me sentía libre dando mandobles y cortando el aire. Para probar decidí cortar un par de mantas que estaban al lado.
- ¡¡¡EHH!!! - protestó Akane.
- ¡Ups! Gomene...
Envainé rápidamente.
- Es por esto que la espada no se usa mucho entre las sacerdotisas. Cualquier tipo de espada o sable desencadena impulsos que no son exactamente celestiales... más bien humanos - explicó mi amiga.
- Lo sé pero... ¿has visto lo bien que se me daba?
- Sí, bueno... la verdad es que creo que sí. Nunca había visto una katana y menos a alguien usándola. No sé si estas cosas te defenderían de los demonios...
- Seguro que sí - declaré. - Creo que cuando me vaya de aquí haré un templo y usaré esto para mis entrenamientos cuerpo a cuerpo.
- ¿Has decidido dedicarte a la caza de los demonios como Kikyo-chan?
- Ella dijo que buscaría un pueblo donde instalarse y proteger a los aldeanos de los demonios. También viajaría de aldea en aldea para su matanza en caso de que alguien sea atacado. Yo lo que tenía pensado es fundar un Templo y... no sé, buscar alguna aventura.
- Me parece bien n_n espero que vengas a menudo por aquí.
- Lo haré sin duda ;D
Miré por la ventana y caí en la cuenta de algo horrible. Era media tarde y había quedado con Hiroito.
- ¡AAAAHHHH! Sumimasen, Akane-chan, tengo que irme.
Me quité el kimono rosa y me puse el traje de sacerdotisa tan rápido como pude.
- ¿Um? ¿Qué tienes que hacer? - preguntó Akane intrigada.
- He... Tengo que irme a practicar tiro con arco. Quiero ver si puedo combinar el arco con mis poderes del Yin Yang ¡Muchas cosas que hacer!
Me solté el pelo y envolví la katana con el kimono rosa atándolo con la cinta de pelo para que no se destapase.
- Entonces ¿por qué te llevas la katana?
- Etto... ¡Por si acaso! Nunca se sabe qué puede pasar en ese bosque... ¡Hay demonios! ¿Lo sabías?
- Eso dice siempre Kikyo-chan, sí.
Me puse las sandalias y salí corriendo de la habitación.
- ¡Que no te vea el Maestro con eso! ¡Y recógete el pelo!
- ¡Hai, hai! Tendré cuidado, sí.
Por poco me pillaba el Maestro. Estaba en el salón y si no fuera porque estuviese tomando su té de media tarde, me hubiera pedido explicaciones sobre a donde iba. Salí del Templo y me encontré con Kikyo.
- ¿Vas otra vez con ese demonio amigo tuyo? - preguntó.
- ¡Sí! ¡Lo siento, Kikyo-chan! ¡Llego muy muy muy tarde!
- ¿Vas a practicar tiro sin arco?
Se me cayó el alma a los pies. Se me había olvidado ese pequeño detalle. Salí a practicar tiro con arco sin mi arco y sin mi carcaj.
- ¿Qué es eso que llevas ahí? - añadió Kikyo.
- Eh... ¡nada! Mi prototipo de traje para cuando me vaya de la escuela ¡Me voy! ¡Itte kimasu~!
Cuando ya iba bastante lejos Kikyo alzó la voz:
- ¡No vuelvas muy tarde que te tengo que comentar una cosa! ¡Y recógete el pelo!
Seguí corriendo y me adentré en el bosque ¿Qué sería lo que Kikyo quería decirme?
Llegué a nuestra zona, donde siempre quedábamos, pero no había nadie ¿Sería posible que aun yo llegando tarde, él llegase aún más tarde?
-Bu - escuché detrás mío.
Salté para atrás soltando el kimono donde llevaba la katana y me pegué contra un árbol. Me hice daño en la espalda.
- ¡MALDITOOO!
- JAJAJA ¡Nunca me cansaré, te lo juro! - decía Hiroito trabándose con la risa.
Suspiré y murmuré:
- Qué malo que eres...
Me quedé apoyada en el árbol mientras Hiroito se quedaba pensativo viéndome como si fuese una comida que nunca hubiese probado.
- Mmm... Akame-chan... - dijo seriamente como si realmente fuera a comerme (al fin y al cabo era un lobo ¿no?)
- ¿Sí?
- Te... te han crecido los pechos ¿no?
Cogí rápidamente la katana tapada y le di en la cabeza lo más fuerte que pude.
- ¡BAAAAAAAAKA! DDDDD8< - grité mientras mi sangre ardía de la ira.
- ¡AUUUUUUUU! ¡Era un simple comentario, jo! Dx
- No seas un lobo pervertido ¬¬
- Ni tú una sacerdotisa violenta... u.u
Hiroito miró el artefacto con que le dí y cayó en la cuenta:
- Mmm ¿Y eso qué es? No llevas el arco ni nada...
Desenvolví y le enseñé la katana.
- Tuve que salir corriendo con esto y no me dio tiempo a coger mis cosas. Es esta la que tú me dijiste ¿no?
- Exacto ¡es perfecta para ti!
- ¿Por qué ¿Por qué esta y no otra?
- A los de tu ciudad natal les gustaban mucho los dragones ¿no? Además, tú siempre fuiste muy fogosa...
- ¿A QUÉ TE REFIERES CON...? Es igual... Pues para ser de principiante me costó un ojo de la cara, majete.
- Es que... en realidad no es de principiante 8'D es una oficial...
- BAAAAKAA.
Le iba a volver a pegar pero este sacó su espada y me cortó el paso.
- El mismo truco no va a funcionar ahora.
- ¿No estabas practicando la doble espada ya?
- Es muy peligroso practicar eso en un lugar que no sea el campamento de la manada. Es una técnica impulsiva demasiado peligrosa. Si te descontrolas puede haber un grave accidente.
Comprendí. Eso coincidía con lo que había dicho Akane con lo de que las sacerdotisas casi nunca usaban espada. Si usar un sable ya era peligroso, usar doble espada era ser un destructor imparable. Eso me hizo que pensar cuán fuerte era Hiroito.
- Podríamos a partir de ahora practicar sable contra espada. Sería bueno para los dos. Al menos hasta cuando tengas que irte de ese Templo.
- Pero... nos seguiremos viendo ¿no...?
- ¡Claro que sí! Te buscaré hacia donde estés y te encontraré.
Dijo esto con una sonrisa tan preciosa que me hizo sonrojar mucho pero no dije nada, solo asentí. Había pasado mucho tiempo desde que conocí a Hiroito y la sensación extraña que sentía hacia él no hacía más que incrementar con el paso de los años ¿sería por la edad o porque realmente Hiroito... estaba cañón?
- ¿Me puedo unir a la fiesta, amigos? - dijo una voz.
Hiroito y yo nos alarmamos y miramos hacia donde oímos esa voz. Una figura estaba acercándose entre la oscuridad. Cuando la luz pudo incidir en aquella figura vimos a un tipo de ojos amarillos con expresión maliciosa de pelo negro combinado con el blanco. Era un tipo raro que me resultaba muy familiar... tenía una cabeza que se extendía por atrás. Este miró a Hiroito sonrientemente pero, cuando me dirigió la mirada, este puso una cara pensativa. De pronto puso los ojos como platos y dijo:
- T-Tú eres...
- ¿...?
- ¡CEBOLLA!
Me quedé boquiabierta. No me lo podía creer. No podía ser él. No me percaté en él en todo este tiempo. Pensé que había muerto ahogado por un trozo de cebolla.
- ¡¿NURA?!
Hiroito puso cara de no entender nada.
- Esto... ¿Me he perdido algo?
- ¡¡Tú eres la niña canija del Barco que me tiró al suelo!!
- Es Nura, un nurarihyon. Nos conocimos cuando tenía 4 años en el Barco camino a Japón.
- Cuando teníamos 4 años, en realidad. No me puedo creer que te hicieses amiguita de un yokai lobo. Al parecer has estado en una escuela de sacerdotisas... Debiste haberte divertido todos estos años.
- Lo mismo va por ti... - dije algo enfurecida - ¿Se puede saber qué haces aquí?
- Un curioso olor mezcla entre demoníaco y divino me condujo hasta aquí. Además de ese olor tenía algo que me resultaba familiar ¡Y ya lo creo! ¡Eras tú! Qué gran sorpresa...
Hizo una pausa y se acercó más a nosotros. Me fijé en que llevaba una espada apoyada en el hombro.
- Al parecer tú también te has especializado en sable. Muy poco peculiar en las sacerdotisas...
- Pero si yo no...
- Tengamos un combate. Así podemos saldar cuentas de lo que pasó cuando eramos críos.
Apuntó hacia mi corazón con el pico de su katana. Estaba nerviosa pero también furiosa.
Hiroito me echó para atrás y se puso en mi sitio. Ahora el sable de Nura estaba apuntando hacia su pecho.
- ¿Estás loco? ¡Antes tendrás que probar de mi...!
- Está bien - declaré poniendo una mano en el hombro de Hiroito - lucharemos.
- ¡Akame-chan...!
- Bien - dijo Nura - que gane el mejor ;)






No hay comentarios:

Publicar un comentario