sábado, 6 de septiembre de 2014

Hacia la guarida del Fénix

Después de ese entrenamiento tan bueno nos fuimos a nuestras habitaciones a meditar para tener un mayor control de nuestros poderes en la batalla a parte de descansar completamente. Cuando el barco llegó a puerto, Nura se había quedado dormido y tuve que ir a despertarle. Casi muero en el intento.
Ya con nuestros pies pisando la isla de Hokkaido, nos dirigimos a una pequeña tienda de extraños artefactos turísticos. Preguntamos acerca del Fénix y el señor dependiente puso una cara en blanco (no sé aún si era por la pregunta, por ver a un nurarihyon al lado mío o por las dos cosas). Nos dijo que la guarida del Fénix estaba en una cueva gigante casi a la cima del monte Asahi. Así pues, tras habernos orientado, pusimos rumbo hacia el monte. El viaje no fue ningún esfuerzo para mí, pues estaba subida a la espalda de Nura para que corriese más rápido pero, aún así, parecía cansado... Estaba preocupada.
Pasaron las horas y por fin teníamos el monte Asahi justo delante de nosotros abriéndose paso entre la arboleda de alrededor y levantándose hacia arriba desafiando al cielo.
A simple vista no me pareció ningún monte mucho más imponente que el Fuji que protegía mi Templo, pero sentía un gran poder oculto en esa montaña, una fuerza que no era ni demoníaca ni sagrada... era un ardor que no sé aún explicar con certeza. Caminamos un buen rato subiendo la colina con precaución. La vegetación no era muy abundante pero vimos que en algunas partes el césped estaba más verde que a comienzos de la primavera, por no hablar de las extrañas flores que allí nacían: la mayoría eran pequeñas de un naranja fuerte pero otras eran grandes lirios blancos y amarillos.
Era por fin el crepúsculo cuando Nura me había dejado cerca de la cueva pero decidió descansar.
- ¿Va todo bien?
- Sí, sí. Hoy no es mi día.
- ¿Lo dejamos para mañana?
- No. Me pongo bien en seguida.
Entendía que quisiera acabar con el Fénix lo antes posible, pero no estaba bien. Supuse que no durmió bien. No sabía qué hacer pero quería ayudarle.
- Deja de mirarme con esa cara de pena. Te he dicho que no te preocupes por mí.
- Chs.
Ahí estaba. La cueva más grande que había visto en mi vida.
- Va a hacer calorcito - comentó Nura.
Pensé en Blue. Tal vez ella podría habernos ayudado con ese pequeño detalle, pero dijo que el fuego de fénix derretía su hielo... tal vez hubiera sido la que peor lo habría pasado.
- Vamos, cabezón - dije mirando a la cueva haciendo como si intentase descifrar un enigma.
Entramos. Efectivamente hacía calor pero no era para tanto. En mi opinión, había calores más horribles en pleno agosto. Miré a Nura de reojo y vi que estaba sudando como si le estuvieran cocinando a la brasa ¿Qué se suponía que le pasaba? Me harté y paré en seco.
- ¿Se puede saber qué te ocurre?
- Te he dicho...
- Mientes. No te encuentras bien.
- ...
Nos sentamos en una roca que había en el túnel y me explicó:
- Soy un youkai. Cuanto más me acerco al Fénix más débil me encuentro. No soy rival para ese monstruo...
- ¿Entonces por qué quisiste venir?
- Los demonios necesitamos deshacernos de él. Pensé que yo podría pero... soy uno más del rebaño.
- No digas esas cosas... Tampoco hace tanto calor.
- Eso es... - dijo comenzando a a jadear - porque eres una de los descendientes de los domadores de dragones. Ellos tienen mayor resistencia a estas temperaturas.
Nos quedamos un rato en silencio y concluí:
- Decidido. Me enfrentaré yo sola al Fénix.
- ¿ESTÁS LOCA? ¡NO PUEDES IR TÚ SOLA!
- Claro que puedo. Es mi destino ¿no?
- Pero no así... No.
Nura se levantó y añadió:
- Iré contigo hasta el final. Yo fui el que te metió en esta misión y soy yo el que debe seguir.
Tuve que quedarme callada por obligación porque sabía que discutir no iba a a ningún lado. Claramente estaba aterrada, pero me dolía verle así ¿Y cómo es que me preocupaba tanto por un demonio?
- Bien, pues... vamos allá - dijo Nura comenzando a caminar.
Anduvimos unos cinco o diez minutos por todo el túnel hasta que por fin llegamos a una sala aún más grande que el Castillo de cualquier noble de clase alta de China y Japón juntos. Sospeché que con algún tipo de magia, esa estancia se veía más grande por dentro que por fuera o más pequeña por fuera que por dentro.
El fondo de la estancia estaba cubierto de lava como cual foso medieval europeo que protegía una roca alargada justo en el centro.
- Esto es una locura - comenté. - Yo aquí no veo ningún Fénix.
- No estés tan segura - dijo Nura - ... ¡AHHH!
Nura cayó al suelo después de recibir un resplandor de luces alrededor de su cuerpo. Fui a ayudarle y vi que su cuerpo estaba siendo purificado... si seguía allí por más tiempo, desaparecería.
- ¿Magia sagrada...? Qué...
Miré a la gran roca alargada y la lava comenzó a moverse más de la cuenta.
- Akame-sama... ve hacia allí. Si no será peor, créeme.
- Nura-kun...
- ¿Kun?... - sonrió - ¡Corre a la roca!
Le dejé ahí descansando y corrí hasta el límite. Tan inteligente fui que salté. Funcionó. Volé un par de segundos, fue en ese momento cuando mi katana estaba echando un aura de color rojo y aterricé en la cima de la gran roca.
- "Scarlet. Como el color de tu alma" - murmuré.
"Te he estado esperando" dijo una voz en mi cabeza.
De repente, lo vi. Un enorme e imponente pájaro de fuego ascendió desde la lava extendiendo sus alas mientras chillaba con una voz fogosa e inhumana.
Así pues estábamos él y yo frente a frente. Preparados para la batalla. Yo... me estaba enfrentando al Gran Fénix MataDragones.



No hay comentarios:

Publicar un comentario